Las madres de Gaza
Este domingo, en la mayoría de las casas hay una hermosa fiesta familiar en torno a las mamás. Es una celebración con encuentros familiares llenos de gratitudes, recuerdos y regalos, y a veces, con peticiones de perdón y promesas de cambio. Es un día de agradecimiento a Dios y a nuestras mamás que nos dieron la vida, a las mamás que están con nosotros y a las que ya están eternamente con el Señor. Es una de las celebraciones familiares más llenas de contenido, que toca fibras muy hondas en todas las personas, y es universal.
Por cierto, no se trata de subir a la mamá a un altar y endiosarla, pues ella es un ser humano que, como todos, tiene sus límites y sus defectos. Se trata de maravillarnos y agradecer el amor generoso, sacrificado y siempre fiel de cada mamá, porque ellas son -aunque a algunos les cuesta reconocerlo- la persona que más ha influido en nuestra vida. Son un testimonio vivo de que, en nuestra pequeñez, los seres humanos podemos hacer cosas grandes y maravillosas, como lo hace cada mamá por sus hijos. Sin el amor de las mamás la vida se empobrece, es más egoísta y menos feliz. Como ha dicho el Papa Francisco: “Una sociedad sin madres sería una sociedad inhumana, porque las madres saben testimoniar siempre, incluso en los peores momentos, la ternura, la entrega, la fuerza moral”.
El Día de la Madre es una celebración universal, y cada pueblo y cultura tiene su modo especial de hacer fiesta agradecida en honor de las mamás. Pero, podemos preguntarnos, ¿cómo estarán celebrando el Día de la Madre en el pequeño territorio de Gaza, en medio del genocidio que está llevando a cabo el ejército israelita contra los palestinos que allí habitan?
¿Cómo será en Gaza este Día de la Madre si, desde que comenzó la invasión a Gaza han muerto miles de mamás que están sepultadas bajo los escombros o en las fosas comunes a las que han sido arrojadas? Desde que el ejército de Israel invadió Gaza, hace casi seis meses, han sido asesinadas unas 40.000 personas, de las cuales el 70% son mujeres y niños que estaban en sus casas al ser bombardeadas, y quedaron sepultadas por toneladas de escombros. Ciertamente, esas mamás y sus hijos no eran objetivos militares.
¿Qué harán en el Día de la Madre esos miles de mamás que han perdido a sus hijos en esta cruel venganza de Israel contra el grupo político militar de Hamas? ¿Qué harán en este día los centenares de miles de mamás de Gaza que no tienen comida para sus hijos, que no tienen servicios básicos ni hospitales, que tienen sus casas destruidas por bombas y misiles?
En este Día de la Madre, pensar en las mamás de Gaza, no es ponerle dramatismo a un día de celebración, sino que es una invitación a abrir los ojos, la mente y el corazón, para que no nos volvamos insensibles al dolor ajeno y, al mismo tiempo, que vivamos agradecidos de la paz que tenemos. Quizás, no nos damos cuenta que nuestra paz -en medio de todos los problemas que podamos tener- no es algo normal en Gaza, ni en Ucrania, ni en otros lugares del mundo azotados por la inhumanidad de la guerra.
Seguramente, muchos de ustedes han cantado la canción de León Gieco que dice “sólo le pido a Dios que la guerra no me sea indiferente, es un monstruo grande y pisa fuerte, toda la pobre inocencia de la gente”. Bueno, de eso se trata, de no ser insensibles e indiferentes.
El drama de Gaza es algo que ocurre tan lejos de Chile que, quizás, pensemos que no podemos hacer nada. Todo lo contrario, podemos abrir los ojos e informarnos de la tragedia de esta cruel masacre; podemos hacer lo que dice la Biblia: “no apartes tu rostro del pobre” (Tobías 4,8), y crecer es compasión y no dejar nunca de indignarnos ante los atropellos a la dignidad de las personas. Podemos mirar nuestra vida y trabajar por desterrar de ella toda forma de violencia física, verbal o sicológica. Los cristianos podemos decirle al Señor Jesús -como lo hacía san Francisco de Asís- “haz de mí un instrumento de Tu paz”, y podemos orar por las víctimas y por la conversión de los violentos. También, especialmente en este día podemos hacer un regalo a las madres de Gaza y sus hijos, contactando con las organizaciones humanitarias que van en su ayuda (por ejemplo, Médicos por Palestina, en Instagram) y transferir algún aporte económico.
Un saludo lleno de cariño y gratitud a todas las mamás por lo que son y significan en nuestras vidas, y en especial a las mamás de Gaza.