Necrológicas

La historia de una hermosa canción

Por Marino Muñoz Aguero Domingo 19 de Mayo del 2024

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En esto de recordar y compartir historias, la memoria visual y auditiva nos ayuda de tanto en tanto, pero mucho más sólidas, son aquellas remembranzas surgidas de las conversaciones con esos amigos generosos que nos regaló la vida. En nuestra más temprana infancia conocimos al gran René Formantel Díaz (1940-2004) hombre de radio, uno de los maestros en el oficio y que marcó época en el devenir de este medio en la región. Fue amigo de siempre de mi Padre, amistad que recibí como preciosa herencia. De tanto en tanto, allá a fines del siglo pasado nos juntábamos a conversar y de esas pláticas atesoro hasta el día de hoy historias que René vivió en directo y tuvo el delicado gesto de compartir en mañanas de domingo, mañanas como las de cualquier domingo, como la de hoy, en la cual vamos con una de ellas.     

Nos contaba Formantel que, en 1967, en el marco de una gira del Show 0007, iniciativa del guitarrista Oscar Arriagada (que cantaba el “Twist del esqueleto” acompañado de “Los Dixon”), llegan a la provincia de Magallanes entre otros: Héctor Gagliardi, Nano Vicencio, y Juan Ramón, presentándose en Punta Arenas y Puerto Natales. 

El argentino Gagliardi era “El poeta de las cosas simples”, autor de “La maestra”, y “El conscripto” (“Le sucedió a fulanito, el nombre no viene al caso…”). Sus poemas eran número obligado en las veladas escolares, y en la radio tocaban profusamente sus discos, en especial los domingos a la hora de la sobremesa. Era tanta su popularidad que Alfonso “Cocho” Cárcamo -otro grande de la radio- se la jugó para traerlo, pues Arriagada llamaba antes de cada gira para preguntar que artista estaba “pegando” fuerte. 

También venía de Argentina el astro Juan “Corazón” Ramón (nacido Ellery Guy Rech, 1940-2020) que sonaba con “Chao amore, chao” de Luigi Tenco, el italiano de quien se dice se suicidó al saber que su canción, la favorita del público no ganó el Festival de San Remo 1967. Juan Ramón era una estrella de marca mayor, filmaba películas y vino en su apogeo; la base de su carrera musical eran las versiones en español de éxitos provenientes principalmente de Francia e Italia.   

Por otra parte, el joven músico nacional Nano Vicencio, integrante de “Los Lark’s” y autor de la música de la película “Morir un poco” de Alvaro Covacevich, acompañaba en la guitarra a Juan Ramón de quien era amigo personal. 

Y aquí viene lo bueno: Formantel recordaba que en el viaje hacia Punta Arenas Gagliardi escribió un poema, que luego se lo mostró a Nano Vicencio en uno de los camarines del Gimnasio de la Confederación, lugar donde estaban actuando (actual Casino Dreams). Sobre la marcha Vicencio crea la música perfecta para el poema, y Juan Ramón que estaba escuchando se entusiasma con la canción. Esa noche en nuestro emblemático coliseo, Juan Ramón entonó por primera vez la maravillosa balada: “…Cuando muera la flor de tu encanto/ cuando rinda la vida tu orgullo/ cuando pruebes la sal de tu llanto/ sólo yo seguiré siendo tuyo…”, y le contó al público que la presentaría en un festival. Meses más tarde, en octubre, el cantante la lleva al Primer Festival Buenos Aires de la Canción, versión en la cual triunfa Sandro con “Quiero llenarme de ti”. Posteriormente, Juan Ramón graba el tema para RCA y lo convierte en un éxito internacional que aún se recuerda. 

Fue realmente un suceso, eran los tiempos en que la gente vivía las canciones, tejían historias en torno a ellas y los enamorados(as) se las “dedicaban” a las(os) responsables de sus desvelos. 

Años después, en 1989 Juan Ramón regraba “Sólo yo seguiré siendo tuyo” y en esta oportunidad repite el éxito, sobre todo en Chile, ya que la canción es elegida como música de la telenovela “A la sombra del ángel”. Al cabo de más de veinte años, otras vidas y otros amores, tal vez los hijos (as) de quienes se encantaron con la versión original, disfrutaron esta canción. Hoy la escuchan los nietos (as) de esos enamorados (as).

Sin duda, una hermosa canción que nació una noche de 1967, acá en Punta Arenas, en el Gimnasio de la Confederación, ahí en O”Higgins (ahora Costanera) frente al edificio de Investigaciones :

 “…Cuando ya no te miren los hombres/ ni tu paso provoque murmullos/ cuando nadie recuerde tu nombre/ sólo yo seguiré siendo tuyo…”.

Muchas gracias a René Formantel por esas conversaciones de donde aprendimos historias como la que acabamos de contar.