Necrológicas

Las barreras que enfrentamos las Mujeres en la Salud Mental

Por Dayana Mora Sábado 25 de Mayo del 2024

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Abordar el concepto de salud mental implica una mirada integradora, y no solo enfocarnos de forma restrictiva en la ausencia de patologías de salud mental. Un enfoque holístico nos permite dar la relevancia al bienestar integral, comprendiendo que este estado favorece el desarrollo de las personas en todas sus dimensiones: física, emocional, cognitiva y espiritual, además de estar relacionado directamente con las relaciones familiares, los vínculos entre pares, las interacciones en todos los contextos y las historias de las cuales vamos formando parte día a día. 

Diariamente somos parte de diversas interacciones, contextos, asumiendo diversos desafíos que son parte de nuestra historia, sin embargo, vivimos sumergidas/os en las metas y objetivos que debemos cumplir, en las preocupaciones constantes y siempre pensando en el futuro, perdiendo la riqueza del aquí y ahora y del compartir experiencias con otras personas, interactuar desde la empatía y desde el respeto por la otredad. A su vez, como mujeres, enfrentamos grandes barreras psicológicas, dado que la interiorización de normas sociales, los valores culturales esperados, en relación a cómo debemos ser, cómo debemos comportarnos, cómo debemos vernos, nos impiden, a la mayoría, sentirnos libres para decidir sobre nuestras vidas. 

El estar sumergidas en esta constante y rápida rueda que nos imponen los discursos dominantes en nuestra sociedad, el “deber ser” Mujer, nos genera una gran carga social, afectando nuestra salud mental y física, sumado al impacto negativo que suele presentarse en nuestra autoestima, porque nunca alcanzamos el ideal social asignado, y es más, son frecuentes las críticas en nuestro entorno por no cumplir con los ideales esperados, generando esta tensión psicológica que nos acompaña día a día. 

Claramente hemos generado grandes cambios, ser mujer actualmente tiene otros caminos y otras posibilidades, que tienen relación directa con la batalla histórica que hemos luchado para tener el derecho a cuestionar los paradigmas, modificando espacios sociales y generando oportunidades para nosotras, en una sociedad que mayoritariamente nos ha puesto barreras, violentándonos con su indiferencia. Nuestra resistencia ha sido salir y conquistar el espacio público que nos parecía lejano y nos fue siempre negado. 

Se han generado transformaciones sociales, actualmente hemos logrado acceder en gran medida a espacios de educación, hemos generado mayores instancias de participación social, haciendo visible nuestras necesidades. 

Igualmente, seguimos batallando con nuestra incorporación en la fuerza laboral, con empleos dignos que nos permitan lograr una real independencia económica. Como se logra visualizar, en este nuevo contexto y orden social, hemos logrado avanzar, modificando nuestra forma de vivir, las relaciones de pareja, nuestra sexualidad y la narración de nuestras historias de vida. 

Todos estos cambios estructurales conllevan un costo emocional, dado que en nuestra cultura persisten los discursos hegemónicos, sexistas y androcéntricos, que refuerzan las estructuras sociales que mayoritariamente nos discriminan por el solo hecho de ser Mujer. Ese costo, ha sido un costo emocional, y esta constante lucha por ganar y conquistar espacios, ha impedido reencontrarnos y ser empáticas con nuestra historia, permitirnos descansar y contemplar desde la sabiduría el camino recorrido y el impacto que cada una de nosotras ha tenido en el transitar hacia una sociedad más respetuosa.  

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