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“Súper Bigote”

Por Eduardo Pino Viernes 26 de Julio del 2024

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Las elecciones en Venezuela este fin de semana serán seguidas con mucha atención en nuestro continente por varias razones, especialmente por la proyección en la inmigración masiva que desde hace años viene presentando la nación caribeña. Aquellos analistas más pragmáticos dan por ganada la elección por el oficialismo, que en boca de su líder explicitó “se gana de todas maneras, por las buenas o por las malas”. Los argumentos de los entendidos no se basan en la popularidad presentada por Nicolás Maduro, si no más bien en el autoritarismo observado hace ya un cuarto de siglo por el régimen chavista.  Lo que en su tiempo prometió ser un modelo de justicia social y progreso por y para el pueblo, hoy podemos observar sus resultados. 

La amenaza expresada por Maduro, que después ante las críticas reacomodó como una “reflexión”, acerca de “un baño de sangre” en caso de perder; encendió las alarmas al proyectar un escenario apocalíptico que iría mucho más allá de una fanfarronería. Pero estas verbalizaciones espontáneas en el heredero de Chávez son frecuentes, como la vez en que opinó acerca de nuestro criollo octubrismo del 2019. Cuando la emoción desborda y se posee la ciega convicción en pos de un ideal sin evaluar las consecuencias reales, la cautela no es precisamente una de las virtudes que afloran de manera espontánea. Llama la atención que aliados cuya incondicionalidad parecía sin discusión, como Lula y Alberto Fernández, le hayan llamado a la calma. En nuestro país, Gabriel Boric también criticó estas amenazas, aunque nuestro presidente no resulta del todo agradable para el líder venezolano, recordando que le sacó en cara su falta de liderazgo mientras el magallánico declaraba el fracaso del régimen chavista.   

Sólo así podría explicarse este tipo de expresiones ante una elección en que se tiene todo para triunfar: impedimento de inscripción a candidatos opositores, censura y cierre de medios de comunicación contrarios, impedimento de ingreso a veedores neutrales u opositores (europeos, por ejemplo), amplio dominio de los poderes, de las máximas jefaturas militares, etc. Se calcula que de los 7 millones de venezolanos que han emigrado de su país, unos 5 millones deberían tener derecho a voto. Las embajadas o consulados han trabajado de tal manera que se estima sólo unos 70.000 podrían votar
 saque usted sus propias conclusiones. 

Hay proyecciones que si Maduro se ratifica en el poder por otros 6 años, un 25% de la población en el país estaría pensando en salir a probar suerte fuera de sus fronteras. De la región, Chile ya ha recibido más de 500.000 venezolanos, aunque es complejo conocer el número real debido a la falta de registros y el ingreso ilegal. Se estima, además, que los cientos de miles de personas que seguirían con esta diáspora tendrían un perfil de menor preparación y mayor vulnerabilidad y carencias, lo que implica un desafío humanitario de gran nivel para las naciones que les recibirán. Es que más allá de las maravillas que se prometen en campaña, de los discursos idealistas o de las alianzas que la política realiza para mantener sus privilegios y el poder; debería llamar la atención de las autoridades cuando una nación se va “vaciando”, en un exilio obligado y doloroso que sólo quienes lo vivencian pueden valorar. 

Como anécdota podemos observar el comic de “Súper Bigote”, que con su mano de hierro lucha en contra del imperialismo. En la televisión pasan a cada rato este dibujo animado, en que un musculoso y súper poderoso Maduro coloca en su lugar a los enemigos de la nación. Además, se regalaron a los niños más de 13 millones de figuras de “Súper Bigote” y “Súper Cilia”, su mujer, en lo que se esperaba serían los juguetes más codiciados por los “chamos”. Un ejemplo de propaganda, ideologización desde temprana edad y uso de fondos públicos digna de análisis. 

A pesar que algunos sectores políticos siguen viendo al modelo venezolano como “el faro de Latinoamérica”, duele ver como personas valiosas han debido abandonar lo que tanto les costó forjar en su patria, llegando a lugares lejanos para trabajar en oficios que no imaginaron, además de resultar prejuiciados muchas veces por culpa de una minoría. Los análisis parecen indicar que todo está dado para que la realidad actual se perpetúe, pero la lucha que ha dado la oposición se niega a la resignación, con la imagen de Edmundo González en la papeleta y el cerebro de María Corina Machado como respaldo, para dar una alternativa de cambio que ha costado mucho más de lo imaginable. Ellos no han prometido nada más que trabajar para recuperar lo que han perdido, comenzando por el regreso de quienes debieron salir en contra de su voluntad. Esperemos que el domingo se imponga, más allá del resultado, la verdad democrática de una decisión soberana.