Realiza intervenciones a infancias y adolescencias con Trastorno del Espectro Autista

El Trastorno del Espectro Autista (Tea) es definido como un retraso emocional de origen genético, que puede ocasionar problemas en el funcionamiento y desempeño social a nivel familiar, comunitario, educativo y ocupacional. Constituye algún grado de discapacidad cuando genera un impacto significativo en alguna(s) de estas áreas, aunque muchas de estas personas pueden desempeñarse en la vida diaria de manera normal.

En el último tiempo pareciera escucharse más este diagnóstico, debido a una mayor sensibilización que las mismas comunidades neuro diversas han promovido, en función de las necesidades de apoyo y ajustes ambientales que se requieren para alcanzar una sociedad más inclusiva y amable. Según estimaciones, una de cada 59 personas vive en esta condición.

La normativa chilena ha hecho lo suyo para evitar que las diversas barreras presentes en el entorno, impidan o restrinjan su participación plena, efectiva y en igualdad de condiciones. La Ley 20.422 establece normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión social de personas con discapacidad; la Ley 21.545, promueve la inclusión, la atención integral y la protección de los derechos de las personas con Tea en el ámbito social, sanitario y educativo. Ambas plantean la necesidad de implementar atenciones multidisciplinarias de salud, para abordar las necesidades de dicha población que, en Magallanes, se calcula en 2.800 personas.

Precisamente para cumplir con este desafío, el Centro Asistencial Docente e Investigación de la Universidad de Magallanes (Cadi-Umag) diseñó el proyecto “Abordaje multidisciplinario con protección e inclusión de las personas con Trastorno del Espectro Autista (Tea)”, que en 2023 se adjudicó $7.271.000 del Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR) para su ejecución. La iniciativa tenía por objetivo “prevenir y mitigar las condiciones de vulnerabilidad de grupos prioritarios para la política social, favoreciendo su integración con la comunidad”.

Fondos regionales ejecutados por la Umag

Durante 4 meses, 30 niños, niñas y adolescentes (NNA) -15 mujeres y 15 hombres- participaron en talleres para el desarrollo de habilidades, guiados por profesionales de kinesiología, fonoaudiología, psicología y terapia ocupacional de la Umag. Estas instancias se enfocaron en las metas identificadas durante las intervenciones individuales, y contemplaron trabajos físicos, comunicacionales y socio emocionales  entre las y los usuarios, además de actividades con sus propias familias.

Cindy Aguilar, psicóloga y responsable técnica del proyecto, indicó que de manera interdisciplinaria se analizaron los perfiles de los niños y niñas, reconociendo sus estados y necesidades particulares. Esto facilitó la organización de las actividades que se implementaron en cada sesión con los especialistas respectivos. “El objetivo principal consistió en reforzar la integración social de los niños y niñas, además de fortalecer aspectos esenciales de su desarrollo”, expresó Aguilar.

Entre inicios de agosto y fines de noviembre de 2023, el grupo de usuarios y usuarias asistió a un total de 7 tipos de intervención: a) Acondicionamiento físico, b) Trabajo de equilibrio estático y dinámico, c) Habilidades socioemocionales, d) Actividad de salud mental familiar, e) Habilidades comunicativas sociales, f) Talleres multidisciplinarios y g) Calidad de vida.

Cómo se efectuaron
las intervenciones

En el área de Kinesiología, la primera actividad consistió en una evaluación física de los componentes físicos de cada niño, niña y adolescente, tales como fuerza muscular, capacidad de dar saltos y giros, entre otros factores identificados para detectar sus necesidades. Durante las sesiones, realizaron trabajo en escaleras, salto de cuerdas, fortalecimiento muscular de diferentes segmentos corporales, sentadillas con balón con peso con progresión en el tiempo y juegos básicos, todo según las necesidades captadas en la evaluación kinésica.

Carla Santana, kinesióloga del proyecto, mencionó que se abordaron aspectos como el equilibrio y la colaboración en equipo, adaptados a las necesidades específicas de cada niño. “Tuvimos un caso donde la madre nos informó que su hijo tenía dificultades para seguir instrucciones. Tras una evaluación clínica y un enfoque adecuado, observamos cambios significativos después de 15 a 20 días”, resaltó Santana.

En el área de terapia ocupacional, se enfocaron en las habilidades socioemocionales a través de actividades lúdicas, que permitían el reconocimiento emocional como herramienta para la vida diaria. Las y los especialistas de psicología abordaron en el ámbito grupal, las habilidades sociales y la psicoeducación para la autorregulación, incorporando a madres, padres y/o cuidadores para profundizar en su función formativa.

Desde el área fonoaudiológica, se realizaron actividades grupales con el fin de mejorar la interacción social y desempeño comunicativo, mediante el uso de metodologías adaptadas para cada edad. Este espacio sirvió para mejorar el ámbito cognitivo lingüístico, socioemocional, conductual adaptativo, y habilidades más específicas como la función ejecutiva y el discurso.

Ninoska Maldonado, fonoaudióloga del proyecto, subrayó que a través de los talleres se notaron mejoras significativas. “Inicialmente, no mostraban interacción social, saludos ni respuesta al nombre, pero con el tiempo comenzaron a saludar y a interactuar más”, afirmó, y agregó que se permitió a los padres asistir a la sala de taller para observar el trabajo, y así replicar algunas acciones en el hogar.

En los talleres con el equipo multidisciplinario de salud, surgieron temas de interés tanto por parte de usuarios y usuarias como de sus cuidadores, que se abordaron a partir de intervenciones cognitivas, sensoriales, sociales, físicas, psicológicas y motrices. Finalmente, se entregaron las directrices para generar en la práctica una mejor calidad de vida en distintos ámbitos, como el hogar, su zona de confort, los encuentros con sus pares y otros espacios donde se desenvuelven a diario.