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Recuerdos del Parque María Behety (1)

Por Marino Muñoz Aguero Domingo 4 de Agosto del 2024

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Nuestros recuerdos del Parque (para nosotros fue, es y será “El Parque”) datan de un par de años antes que hicieran “el hoyo” en el sector central para construir la cancha de la Asociación de Fútbol del Barrio Sur.

Para los habitantes y, en especial, los niños del Barrio Sur y la Población Fitz-Roy, era como el patio de la casa y formaba parte de los sitios que frecuentábamos en esos días cuando las hojas del calendario no conocían el otoño. Era una parada más de un circuito que incluía el Club de Tiro Almirante Señoret con el cual colindaba por el sur, el velero Lonsdale (El “Barco Viejo”) y el Hogar del Niño Miraflores. 

En ese tiempo, 1964 o un poco antes quizás, “El Parque” estaba cercado por una alambrada de púas, y cada cierta distancia había ingresos, había que meterse entre medio de dos troncos gruesos y altos, unidos en sus extremos superiores por un encordado de alambre debajo del cual pasaba la gente, en uno de esos troncos había una tapa de tambor petrolero pintada de amarillo con la palabra “entrada” en letras negras. El ingreso de los vehículos estuvo siempre por la calle 21 de Mayo (actual Costanera) donde había una muralla de cemento.

Nosotros íbamos a pasear, a buscar calafates, a recolectar insectos. A jugar, pues nos gustaban los columpios, toboganes, la rueda o la locomotora que estaban ahí cerca de la laguna. También se podía disfrutar de los asados en familia, incluso hubo una época en que la Municipalidad ofrecía “asados populares”, me parece que los hacían para el “18” y en diciembre y los militares llegaban con sus cocinas de campaña, recuerdo especialmente los del período en que Ernesto Guajardo era alcalde.

“El Parque” siempre ha sido un sitio propicio para la actividad deportiva, se podía y se puede practicar atletismo, fútbol, ciclismo o cross-country. Pocos se acuerdan que hubo carreras automovilísticas con modelos como los Bedford, Hillmann, Commer o los Borgward Isabella. En invierno la laguna estaba apta para el patinaje y el trineo, tradición que actualmente se mantiene dependiendo de como venga la temporada. La primavera llegaba con el “18” y se hacían juegos populares y en algunas ocasiones se instalaron las ramadas, pero esta estación del año junto a la espesura cómplice del lugar, ha alimentado una de las leyendas negras del sitio: la gran cantidad de suicidios de los cuales los árboles han sido mudos testigos y obligados colaboradores.

Algo que nos marcó y ya no está fue el zoológico; con sus cóndores, aguiluchos, zorros, armadillos, chingues y guanacos. Nosotros le decíamos zoológico, pero en realidad era un par de jaulas que las instalaron alrededor de 1966. Siempre había problemas con los guanacos, pues a veces se arrancaban, generalmente se iban hacia la población Fitz-Roy, entonces los niños huían despavoridos y las madres gritaban por la sensación del peligro inminente, algunas personas apedreaban a los animales, era un triste espectáculo donde éstos últimos eran quienes más sufrían. Llegaban los carabineros y la radio, cuyos reporteros lanzaban un “extra-flash;con-la-noticia-de-último-minuto”, pero los que finalmente controlaban la situación eran los cuidadores del Parque. Cuando no los podían atrapar, los guanacos muy sabiamente volvían solos a su encierro. El más complicado era “Pepe”, más conocido como el “Guanaco Cojo”, ejemplar que tenía amputado uno de sus miembros anteriores, debido a un accidente que tuvo el día en que llegó al parque. Lo traían en la camada de una camioneta y se resistía a bajar del vehículo y a entrar a su lugar de cautiverio, por lo que se enredó en unos alambres, se le produjo una herida y posteriormente una infección. El hecho determinó la amputación y seguramente su rebeldía y agresividad tan recordadas. Alguien nos contó que tuvo un triste final; habría sido herido con balines, lo que le provocó una ceguera y luego la muerte. Terminó de este modo la lucha sin cuartel que el pobre animalito libró con algunos humanos inescrupulosos que siempre lo molestaron tirándole piedras o disparándole, eran los mismos que en algunos casos le abrían la reja para que se escapara.

Continuará…

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