Perros y barricadas

No es para nadie desconocido que la abundancia de perros en las periferias es un problema que se ha mantenido por años en Punta Arenas y que con el paso del tiempo se ha agudizado. Cachorros arrojados a la calle a su suerte por personas irresponsables, que sobrevivieron por sus medios y de tanto deambular y encontrarse con compañeros de iguales infortunios, se convirtieron en jaurías, es un fenómeno que se repite y, peor aún, atemoriza. Esta última semana para los vecinos del loteo Weche Pepiukelen, en el sector surponiente de Punta Arenas, la situación se desbordó cuando mataron al poodle de una vecina, causando profundo dolor para la niña de la familia. Tuvieron que levantar barricadas para al menos visibilizar esta problemática. El hecho fue puesto, a última hora, como tema a analizar y debatir en el Concejo Municipal, pero dudas quedan de la efectividad de las soluciones.

De nuestra cosecha, agregamos que no es descabellado pensar que tal vez podrían surgir similares barricadas humeantes para que varios -que se suponen “cortan el queque”- se dejen de pingponear y de una buena vez tomen el toro por las astas en el asunto de los hoyos y/o “eventos” -a esta altura cráteres- que adornan por doquier las calles de la capital regional, ciudad muchas veces llamada “puerta de entrada” al continente blanco. Ya está bueno de tirarse la pelota de lado a lado, como si la cosa fuera “¡¡tuya, mía, para tí para mí, TAC-TAC-TAC!!”