El legado de Oscar Aguilera Faúndez
La muerte de Oscar Eugenio Aguilera Faúndez representa una pérdida profunda para la cultura chilena y, en particular, para el patrimonio del pueblo kawésqar. Como uno de los más destacados estudiosos de esta cultura indígena, Aguilera dedicó su vida a la preservación de una lengua y un modo de vida que han estado al borde de la extinción, luchando contra el olvido en una sociedad que, a menudo, ha sido indiferente hacia sus pueblos originarios.
Oscar Aguilera no sólo fue un académico; fue un puente entre el pasado y el presente, entre una cultura milenaria y un mundo moderno que, en muchos casos, no ha sabido valorar esa herencia. Su trabajo en la creación de un diccionario español-kawésqar, así como en la documentación de variaciones léxicas, semánticas y sintácticas, es un legado que va más allá de las palabras. Es un testimonio vivo de la riqueza cultural del pueblo kawésqar y un intento por preservar su visión del mundo.
Aguilera entendió como pocos la importancia de la lengua como una manifestación de la identidad y la cosmovisión de un pueblo. Como él mismo dijo: “Cuando una lengua se extingue, es como si desapareciera una parte de un territorio en un mapa… desaparece una visión del mundo”. Esta metáfora es una poderosa llamada de atención sobre el impacto devastador que tiene la pérdida de una lengua, no sólo para sus hablantes, sino para la humanidad en su conjunto.
El fallecimiento de Aguilera nos enfrenta a la urgencia de continuar su labor. Su muerte deja un vacío difícil de llenar, pero también una responsabilidad ineludible: la de mantener viva la cultura kawésqar y asegurar que su lengua no desaparezca con las generaciones actuales. Esto requiere un compromiso serio de las autoridades, de las instituciones educativas y de la sociedad en su conjunto para apoyar iniciativas de revitalización lingüística y cultural.
Más allá de la erudición, la labor de Oscar Aguilera fue un acto de amor y respeto hacia un pueblo que, como tantos otros en nuestra historia, ha sido marginado y olvidado. Honrar su memoria implica más que palabras; implica acción. Es un llamado a proteger, difundir y valorar el legado cultural que Aguilera dedicó su vida a preservar.
Que su trabajo inspire a nuevas generaciones de investigadores y ciudadanos a comprender la riqueza de las culturas indígenas de Chile y a luchar por su supervivencia. La muerte de Oscar Aguilera Faúndez no debe ser el final de su misión, sino el impulso para continuarla con renovado fervor y compromiso.




