Zona austral: ¿Tensión entre Chile y Argentina?
Las relaciones diplomáticas bilaterales siempre son delicadas, mucho más cuando se trata de dos países limítrofes. De ello, saben los magallánicos, quienes vivieron las horas de tensión en torno al conflicto del Beagle, cuando se estuvo a un tris de un enfrentamiento bélico en el extremo austral.
Esto derivó en una mediación papal y posterior tratado de paz y amistad, suscrito en 1984. Desde ese momento, se ha buscado construir un vínculo basado en la fraternidad y en políticas que permitan solventar una relación sana y que no imponga riesgos a esta convivencia y la necesaria seguridad.
Por ello, no deja de llamar la atención ciertos incidentes -o supuestos incidentes- que, de la mano de desinformación, están alimentando un ambiente de desconfianza, el que, de agravarse, puede degenerar en tensión.
En tal contexto, la situación actual entre Chile y Argentina, especialmente en torno al estrecho de Magallanes, es un recordatorio de lo delicadas que pueden ser las relaciones bilaterales cuando se tocan temas sensibles como la soberanía territorial. Los recientes “hechos” que han generado preocupación -como la supuesta incursión aérea de Argentina en la boca oriental del paso y el anuncio de un supuesto ejercicio militar conjunto entre Argentina y Estados Unidos destinado a “resguardar” este estratégico corredor marítimo- subrayan la necesidad de manejar con precisión y diplomacia estas situaciones para evitar malentendidos o escaladas innecesarias.
Primero, es crucial reconocer que el estrecho de Magallanes es una de las vías marítimas más estratégicas y simbólicas para el mundo y, por supueso, para Chile en particular. Es un punto geopolítico vital que no sólo tiene un valor histórico, sino que también es clave para la soberanía y seguridad nacional. Cualquier acción que se perciba como una amenaza a este título soberano, ya sea real o simbólica, es suficiente para activar alarmas en Santiago y en la región de Magallanes.
Aunque el gobierno argentino lo negó, la supuesta invasión del espacio aéreo chileno ha generado inquietud en la opinión pública chilena, sobre todo luego de que la propia ministra de Defensa confirmara que la Fach reaccionó el martes de la semana pasada ante una alerta de “un tráfico aéreo no identificado”.
Este tipo de incidentes puede provocar tensiones innecesarias si no se manejan con la debida transparencia y respeto mutuo.
A ello se agregó un anuncio, a través de una carta al director de un importante medio de prensa nacional, sobre un ejercicio militar conjunto entre Argentina y Estados Unidos. Esto, en rigor, no tendría nada de extraño ni inconveniente, salvo porque se le dio el nombre de “Gran Operación Resguardo del Estrecho de Magallanes”.
Importante fue la posterior negación por parte de EE.UU. de la supuesta actividad castrense. Igualmente fue positivo que, en medio de esta controversia, la embajada norteamericana afirmara clara y contundente que su gobierno respeta la soberanía chilena sobre el estrecho de Magallanes. Este respaldo es fundamental, no sólo en términos de política exterior, sino también para reafirmar el compromiso de los aliados de Chile en la defensa de su integridad territorial.
¿A quién le interesa tensionar las relaciones entre Chile y Argentina? Esta es una pregunta natural que surge respecto de lo sucedido en los últimos días.