La larga espera de las listas de espera
En Chile pareciera que hay tres grandes problemas que debiéramos escribir con mayúscula, para tenerlos en mente y diseñar la estrategia, el diseño y la puesta en práctica de la solución o resolución del problema. Me refiero a la educación que no eleva el vuelo, el déficit de viviendas en Chile que supera las 600 mil unidades (lo que constituye una inhumanidad), y las eternas listas de espera médicas, que más que controlarse y reducirse a mínimos plausibles, han aumentado a límites insostenibles. Se han engrosado las listas de espera médicas y han aumentado los muertos, esperando su turno de las ahora ya, trágicas listas de espera.
Sólo dos cifras, en este trágico contexto, como la punta del iceberg. El año 2022 fallecieron 5.437 personas en espera de su Ges (Garantías Explícitas de Salud), y el año 2021 fallecieron en la misma espera de impetrar su derecho “garantizado” 3.683 personas. Esto se traduce sólo en este trágico indicador en un aumento de 2021 al 2022 de un 47,6 por ciento.
Se estima y/o se nos indica, que unos 2,4 millones de chilenos se encuentran en listas de espera médica. Esta enorme cantidad representa casi un 13% de la población del país, pero representa un poco más de un 16% si sólo se cuentan los 15 millones de chilenos que se atienden a través de Fonasa.
Surgen varias preguntas respecto de esto.
¿Los recursos con que contamos son escasos para tal alta demanda? ¿La productividad del sector salud y médico en específico es mala, respecto de la productividad de ellos mismos en el sector privado? ¿Existe un compromiso real y profundo de los médicos para con el sistema público? ¿Hay un mayor compromiso con el dividendo que con el paciente? ¿El Estado de Chile ha planificado y luego invertido en resolver y/o paliar significativamente esto? Si faltan recursos médicos especialmente en las cirugías y patologías que se pueden resolver con relativa facilidad y disposición ¿Se ponen excesivas barreras de entrada con los médicos extranjeros con la prueba Eunacom, la que en aras de la calidad, parece que quisiera mantener un sistema de oferta acotado?
Algunas cifras y datos que permitirán avanzar en tener mayor claridad de la problemática que involucra a la sociedad chilena y a los chilenos de carne y hueso, convertidos en un número en las largas listas de espera.
En Chile existen, operan o prestan servicio alrededor de 62.143 médicos, versus los 51 mil que lo hacían en 2019. Un importante aumento, sin duda. Esto arroja que según mediciones internacionales convenidas para medir la cantidad de médicos por cantidad de habitantes, 31 médicos desarrollan su labor por cada 10.000 chilenos. Hace algunos años, el promedio era de 21 por 10.000 habitantes. Sin duda otra mejoría. Pero la Ocde tiene un promedio de 38 a 40 médicos por 10.000 habitantes.
Pero los promedios son engañosos, pues en el país, existen dos tipos de salud y en el promedio general se puso todo en la coctelera (como para marearnos de una).
La salud pública, prestada a través de Fonasa y la salud privada prestada o canalizada a través de las Isapres.
Y aquí un primer stop. De los 62.143 médicos que dijimos operan o prestan servicio en el territorio nacional en la actualidad, en el sector público laboran u operan sólo 23.588 médicos (de los 62.143), para un universo de atención de 15 millones de chilenos que se encuentran en Fonasa. En cambio en el sector privado se desempeñan 38.000 médicos para una cantidad cercana a los 4,5 millones de personas que se atiende o recurre a las Isapres.
En síntesis, de los 31 médicos por cada 10 mil habitantes como promedio país (en la fría estadística y el papel), el número de médicos por cada 10.000 habitantes que se atiendan en el sector público, el número baja a 15 médicos por 10.000 habitantes. “Es cosa de promedios y de usar las cifras en todos los sentidos, y no sólo para la autocomplacencia”.
Para decirlo en fácil, un médico para 635 personas en el sector público como promedio, contra un médico para 118 personas en el sector privado. Claramente, en el sector privado, a excepción de las personas con muy alto poder adquisitivo, es decir los ricos, millonarios, pueden afrontar una eventual dificultad en salud, versus los asalariados o empleados que contribuyen u operan en la Isapre, pero que de llegarles una enfermedad más larga y costosa tendrán que vender la casa o lo que tengan para resolver su problema de salud, si es que tiene solución.
Por último, la odiosa comparación. Argentina con una situación económica desastrosa en las últimas 3 décadas, tiene una salud pública fuerte, solidaria, comprometida, productiva y con niveles de recurso médico similares y superiores a varios países de la Ocde. Si esto no es verdad que lo digan los innúmeros chilenos de frontera que han podido acceder a la indispensable salud por la generosidad de las políticas públicas argentinas históricas.
Al final que no nos engatusen con cifras y promedios, ya vemos lo que se puede hacer.
Hasta pronto.