El valor del voluntariado en Magallanes y la necesidad de apoyo institucional

El voluntariado en Magallanes, con una profunda y rica tradición de compromiso comunitario, ha sido una columna vertebral en el apoyo a quienes más lo necesitan, especialmente en el ámbito de la salud. En una región donde el Estado no siempre llega con la prontitud y cobertura necesarias, la sociedad civil ha tomado la delantera, organizándose para suplir carencias y ofrecer asistencia a los más vulnerables.

La historia del voluntariado en nuestra región está marcada por la resiliencia y la solidaridad de su gente. Este esfuerzo, liderado en su mayoría por mujeres, refleja una sensibilidad y un espíritu de trabajo solidario que ha sido fundamental para cubrir necesidades básicas en tiempos de crisis. Las mujeres que lideran estas organizaciones no sólo aportan su tiempo y esfuerzo, sino también una dedicación que va más allá de lo esperado, enfrentando desafíos con empatía y determinación.

Sin embargo, el esfuerzo de la sociedad civil, por valioso que sea, no debe sustituir al papel del Estado y las empresas privadas en la provisión de recursos esenciales. La falta de apoyo institucional se vuelve evidente cuando observamos las carencias críticas que enfrenta la región. La ausencia de catres clínicos es un ejemplo alarmante: en una región que necesita cerca de mil camas, la falta de donaciones y apoyo por parte de empresas privadas es un reflejo preocupante de la desconexión entre el esfuerzo comunitario y el respaldo necesario para maximizar su impacto.

El voluntariado enfrenta crecientes demandas: pañales para bebés y adultos mayores, leches y alimentos especiales, elementos ortopédicos, entre otros. La lista de necesidades no sólo es extensa, sino que se suma constantemente. Es inaceptable que en una región tan pequeña como Magallanes, donde la solidaridad comunitaria es fuerte, las empresas y el Estado no contribuyan en la medida necesaria para aliviar las carencias.

En tal sentido, la gestión del gobernador regional, Jorge Flies, se destacó desde un inicio por valorar y apoyar el trabajo de la sociedad civil y de distintas entidades y agrupaciones que se preocupan de los más carenciados. Lamentablemente, todas las limitaciones que desde el nivel central comenzaron a instruirse como consecuencia del caso Convenios -que no tiene ninguna vinculación con Magallanes- jugaron en contra de dicha línea de trabajo.

Pese a ello, la gestión de Flies ha buscado retomar esa senda, entendiendo que el voluntariado y la sociedad civil organizada actúan subsidiariamente allí donde el brazo del Estado no llega.

El apoyo estatal y de las empresas privadas debería ser parte integral del esfuerzo comunitario. No se trata sólo de ofrecer apoyo en términos de recursos, sino de construir una red de colaboración que refuerce el trabajo de quienes están en la primera línea de ayuda. Las empresas, por ejemplo, tienen el poder de hacer una diferencia significativa con donaciones de equipos médicos y suministros esenciales. El Estado, por su parte, debe garantizar que sus políticas y recursos se alineen con las necesidades reales de las comunidades, fortaleciendo el vínculo entre el voluntariado y la asistencia institucional.