Necrológicas
Dusan Bradasic Urrea

La historia del “Forrest Gump” de la PDI

Domingo 15 de Septiembre del 2024

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  • Inició una carrera tardía y hoy llega casi siempre primero. La última meta que cruzó fue hace
    dos semanas en el Patagonian International Marathon: ganó el primer lugar en los 21 kilómetros y
    salió segundo en la general. El próximo desafío a largo plazo es triunfar en los 42 kilómetros.

 

Dusan Bradasic Urrea, 42 años, no es el típico atleta. No nació con una zapatilla pegada al pie ni pasó su juventud entrenando para maratones. Su historia es distinta, una de esas que inspiran a cualquiera que cree que “ya es tarde” para empezar. A los cuarenta años, en medio de la resaca emocional que dejó la pandemia, Dusan decidió que había que correr. No hubo un plan maestro, ni una epifanía deportiva; sólo invirtió en un par de zapatillas “trail runner” y fijó la mirada en un cerro y comenzó a correr.

“La primera vez salí a correr sin rumbo, sin pensar mucho. Sólo quería sentir que avanzaba, que me movía hacia algo, lo que fuera”, dice Dusan con una sonrisa. Esa primera competencia lo vio llegar en cuarto lugar. No estaba nada mal para un recién iniciado. Luego vino un segundo puesto y, antes de que se diera cuenta, empezó a cosechar primeros lugares. La última fue el 7 de septiembre en Torres del Paine: se coronó campeón de los 21 kilómetros en Patagonian International Marathon y se llevó el segundo puesto en la general. No es raro que algunos lo comparen con Forrest Gump, porque, como él, Dusan corre casi como una necesidad visceral, sin más motivación que el simple placer de hacerlo.

Entrena después del trabajo, y en las noches. Los fines de semana libres, aprovecha las mañanas para seguir su rutina. Sale a correr por Avenida España, camino al Andino o la costanera de Punta Arenas, con lluvia, nieve, viento o frío. “Correr es mi forma de desconectarme. Mientras corro no pienso en nada… o al menos eso intento, porque vaciar la mente es más difícil de lo que parece”, confiesa. Sus rutas lo llevan desde la costa hasta el cerro Andino, un trayecto que se ha convertido en su ritual diario, casi un mantra que repite cada noche.

Entre sus preseas de primer lugar destaca el obtenido el 1 de mayo pasado, en el Día del Trabajador, así como el honor de haber llevado la antorcha olímpica en los Juegos Panamericanos. A pesar de no contar con un club ni un entrenador, cada uno de sus triunfos es fruto de su propio esfuerzo y amor por el deporte. Representa orgullosamente a la PDI, institución en la que ha trabajado durante 16 años y a la que dedica cada victoria, junto a su familia y la Región de Magallanes.

“Mi principal motivación es mi familia y la institución. He recibido reconocimientos internos y siento el apoyo constante de la jefatura. Es muy importante cuando tu familia te alienta y confías en tu trabajo. Ahí encuentro mi impulso”, afirma.

Se crió en las calles del barrio Croata y más tarde en el “Pueblo Hundido” (villa El Ovejero), dos lugares emblemáticos que marcan su identidad como corredor. “Soy magallánico de barrio y de corazón. Correr aquí, con las duras condiciones climáticas, te fortalece. Creo que esa es una de mis ventajas y me ayuda en el entrenamiento diario. Ojalá más personas se animen y salgan a correr”, expresa con entusiasmo.

Su lema es sencillo: “Correr”. No importa cómo ni cuándo, lo esencial es avanzar.

Recientemente, su hija Carlita, de tan solo 8 años, se ha sumado a su pasión por el running. Ya ha logrado destacarse, obteniendo primeros y segundos puestos en diversas competiciones. “Correr con mi hija es lo mejor. Verla cruzar la meta me recuerda por qué empecé y por qué seguiré”, comenta Dusan, visiblemente emocionado.

Ahora, tiene la vista puesta en la maratón de 42 kilómetros en el Paine, un desafío a largo plazo, pero que da cuenta que Dusan no se detiene. A pesar de no tener el respaldo de un entrenador profesional, se prepara con la misma disciplina que ha marcado su vida: salir a correr, sin excusas. “El deporte descongestiona el estrés, calma los dolores y te da claridad. No hay que pensarlo tanto, sólo hay que salir y hacerlo”, afirma.

Dusan Bradasic es la prueba de que no importa cuándo empieces, lo importante es dar el primer paso y seguir corriendo, aunque sea sólo por el simple placer de sentir el viento en la cara y los pies en movimiento. Comenzó una carrera tardía, después de los cuarenta años, y hoy, casi siempre, llega en primer lugar.

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