Necrológicas
  • Lorenzo Barrientos Vito

“La sustancia”: Reciclaje del horror

Domingo 13 de Octubre del 2024

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Esta película viene respaldada por un gran marketing porque fue ganadora al mejor guión en el último Festival de Cannes, lo cual no garantiza nada, pero ya se incorpora al afiche promocional y, sobre todo, ese rumor de correr la voz sobre una película “que está buena”, “loquísima” y “diferente”, lo que tampoco asegura nada, pero es buena noticia para las salas de cine que sacan cuentas alegres cuando el público paga algo más que la sola entrada para verla y eso explicaría que haya sido repuesta en Punta Arenas, tras una pausa que, al parecer, no resultó tan saludable por el estreno de “El guasón 2: Folie á Deux”.

“La sustancia” es el relato de Elisabeth Barkley una reconocida mujer del espectáculo que, aunque con cierto desgaste y olvido, puede decir que tiene su estrella en el pasillo de la fama y el hecho que el personaje sea interpretado por Demi Moore, quizás no es gratuito, porque podría ser una autorreferencia. Ahora Elisabeth conduce un programa televisivo de fitness y el mismo día de su cumpleaños 50 se cumple su peor deseo al ser despedida del programa porque ese mundo requiere de rostros jóvenes, nuevos y que provoquen algo más que musculatura y baja en calorías. Elisabeth comienza a sufrir el drama y la humillación de perder su juventud, entre medio un accidente automovilístico y el dato de una sustancia que le ofrece recuperar lo que perdió. Entonces acepta y el resultado es un proceso de “parto” donde surge un nuevo cuerpo, el de Sue, más joven, bella y erótica que tomará su lugar mientras ella duerme al borde del coma durante 7 días, después será el de Sue y así sucesivamente hasta que esta armonía se escapa de las manos porque, aunque sean del mismo cuerpo son voluntades diferentes y ante eso no hay nada que hacer.

Este relato ha sido contado en otras ocasiones, no solo en el cine, también en la literatura y el teatro, y son mitos universales que resumen una gran idea sobre la existencia humana, tanto en sus defectos como en sus virtudes. Allí está el de “Fausto” que cede su alma al diablo, “El retrato de Dorian Gray” con la obsesión por la eterna juventud, la dualidad del bien y el mal de “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, pero también del cuento “Cenicienta” con el plazo fatal que se debe cumplir ante que el hechizo desaparezca. Y esto no se acaba aquí, porque del cine saca otro poco, si no gran parte, porque el desgarro de la carne de Elisabeth para engendrar a Sue no es más que un tributo o copia al cine del canadiense David Croneneberg, desde su primera película “Stereo” (1969) hasta “Crímenes del futuro” (2022), pero sobre todo de “La mosca” (1986) remake de una película de 1958, donde un científico obsesionado con el estudio de la genética ve truncado (o cumplido?) su sueño cuando muta en un insecto, una filmografía poderosa sobre la biología, la carne y el capitalismo que “La sustancia” a pesar del “tributo” y con todo su despliegue de sangre y “cine gore” apenas puede llegar a los tobillos porque su estética es excesivamente de spot publicitario, repetitiva y pocas ideas. Y entre medio, el pasillo hiperestilizado del estudio de grabación recuerda al hotel de “El resplandor” (1980), mientras que el tsunami final de sangre al caos vengativo de “Carrie”(1976), por coincidencia o no, ambas adaptaciones cinematográficas de las novelas de Stephen King.

Pero lo que más inquieta de “La sustancia” es que intentando entregar un discurso crítico sobre la tragedia de la eterna juventud, la erotización de la mujer y la superficialidad del capitalismo, su propuesta visual sea justamente exaltando dichos atributos, lo que la deja al final como una  película que recicla ideas  para darles un giro más extremo, lo que nunca ha sido malo, ya que el cine, en ocasiones, requiere de estos nuevos impulsos porque los tiempos cambian y los públicos también.

No obstante, para que esto sea gratificante se requiere algo nuevo que decir y proponer y en este caso eso no ocurre porque se trata de una película sin sustancia.

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