La postura de la Cancillería sobre el estrecho de Magallanes

En la reciente entrevista del Canciller Alberto Van Klaveren a “El Magallanes”, este ministro ofrece una perspectiva tranquilizadora en un contexto global que, a menudo, se percibe como convulso y lleno de tensiones. En un momento en que el estrecho de Magallanes vuelve a captar la atención de las principales potencias del mundo, es importante escuchar cuál es la postura ministerial. 

Prudencia es uno de los elementos de toda diplomacia, si bien no siempre ésta es entendida ni compartida por analistas o sectores que buscan proyectar escenarios futuros y creen que es mejor ser más proactivos que pasivos. Las declaraciones del Canciller -como ha sido la postura tradicional de la diplomacia chilena- esgrimen el derecho internacional y la buena fe, buscando aportar claridad y estabilidad sobre un tema tan sensible y estratégico.

El Canciller ha subrayado que el estatus jurídico del estrecho está regido por normas internacionales, reafirmando la posición de Chile en la defensa de su soberanía y derechos sobre esta vital vía marítima. Esta declaración es un recordatorio de que, en un mundo en constante cambio, las reglas del derecho internacional son las que deben guiar las relaciones entre naciones. Es un mensaje que busca apaciguar inquietudes internas y también se proyecta hacia el exterior, reafirmando los postulados de Chile.

La aclaración sobre la postura del Estado Argentino respecto a la tesis del “espacio compartido” es fundamental. La afirmación de que esta idea no representa la línea oficial de Argentina es un elemento crucial para mantener un diálogo constructivo entre ambos países. En tiempos en que las narrativas pueden ser moldeadas por intereses políticos, es vital que ambas naciones encuentren un terreno común que respete las normas internacionales y los acuerdos bilaterales.

El estrecho de Magallanes, por su ubicación estratégica, no sólo es un pasaje vital para la navegación mundial, sino también un símbolo de la interconexión y la cooperación entre países. Pero, no se puede desconocer que los impactos del cambio climático y las tensiones internacionales también están haciendo que este paso vuelva a cobrar interés, principalmente para las potencias mundiales. 

Así, la posición del Canciller Van Klaveren parece querer echar paños fríos y entregar aliento a quienes temen que la creciente atención internacional pueda desembocar en tensiones. ¿Es algo naive? Seguramente no faltarán los expertos en materias geopolíticas que piensen aquello. 

El futuro del estrecho depende de un enfoque colaborativo que promueva el entendimiento y el respeto mutuo. Chile y Argentina tienen la oportunidad de avanzar en su relación, priorizando el diálogo y la cooperación sobre la confrontación. Ello no quita que haya un seguimiento de la evolución de los panoramas tanto bilaterales como internacionales. El gobierno debe mantenerse alerta y comprometido con la defensa de los intereses nacionales en un escenario global complejo.