Campaña “Misión Pingüino” permitió que niños y niñas conocieran a los pingüinos por primera vez
“Nunca había visto un pingüino”; “Sólo había visto uno en la Costanera”, fueron las expresiones que más se repitieron luego de que un grupo de niñas y niños de la Escuela Villa Las Nieves y Escuela Arturo Prat viajara a isla Magdalena para conocer a esta emblemática especie de ave no voladora.
Esta isla se ubica a treinta y cinco kilómetros al noroeste de Punta Arenas y, junto con isla Marta, forma parte del Monumento Natural Los Pingüinos.
Isla Magdalena es hogar de miles de pingüinos magallánicos, mientras que, en Isla Marta, al sureste del primer islote, habitan lobos marinos de uno y dos pelos, sus depredadores naturales.
La empresa Fiordos del Sur navega hasta la primera de ellas para conocer a las aves en su hábitat natural durante su época reproductiva, lugar donde también se pueden observar gaviotas dominicanas, cormoranes y otras especies como caiquenes.
Este año la empresa Fiordos del Sur promovió una iniciativa educativa en la que invitaron a los establecimientos educacionales que cuentan con el Sello Verde a ser parte de “Misión Pingüino”. El programa contó con charlas en distintas escuelas de Punta Arenas, donde los estudiantes aprendieron sobre el Monumento Natural Los Pingüinos y la importancia de la conservación de la especie.
Posteriormente, la invitación fue para que los distintos niveles trabajaran en equipo para transmitir un mensaje sobre la conservación y sustentabilidad utilizando al pingüino como protagonista. Los finalistas fueron alumnos de las escuelas Villa las Nieves y Arturo Prat, quienes ganaron la posibilidad de navegar hasta la Isla Magdalena para conocer a la especie por primera vez.
“Cada año siempre hacemos viajes sociales con distintas personas de la comunidad, pero este año ya queremos instaurar esta campaña para poder repetirla todos los años, durante la temporada invernal, donde no estamos operando Magdalena porque los pingüinos luego se van, y ahí aprovechar, digamos, de llegar a la mayor parte de colegios de Punta Arenas y poder darles la opción de poder conocer este monumento natural donde podemos ver al pingüino magallánico en su hábitat natural”, comentó César Sepúlveda, subgerente comercial de Fiordos del Sur.
Navegación
Luego del embarque al catamarán Fiordos del Sur III en el muelle Prat, las y los alumnos disfrutaron de una navegación por el estrecho de Magallanes hasta el hábitat natural del pingüino de Magallanes. En el trayecto, se pudieron avistar distintos tipos de aves, además de la posibilidad de ver delfines, lobos marinos e incluso los soplos de ballenas en la lejanía. La recomendación era siempre estar observando a su alrededor con atención.
Previo a la llegada fueron recordadas algunas de las reglas importantes de la isla, como la prevención a la transmisión de enfermedades al ensuciarse las manos, no desviarse de los senderos y, principalmente, no intervenir o interactuar de ninguna forma con las aves. Si es que se cruzan por el camino, la instrucción es esperar a que ellos transiten y luego continuar la caminata.
En el trayecto de vuelta, la navegación de retorno al muelle de Punta Arenas es aprovechada para dar una charla respecto del pingüino magallánico y su época reproductiva. En la instancia se podían responder las distintas inquietudes y observaciones que tuvieran los niños de su paso por la isla. Así, aprendieron que tenían un órgano para desalar agua marina, o que su densidad poblacional se ve afectada por la disposición de alimentos.
La especie en su hábitat
Desde el huevo a su eclosión hay un periodo de 40 a 45 días. Los polluelos necesitan de otros dos meses aproximadamente para entrar al agua por su cuenta. Antes de que vayan a nadar en busca de su alimento, la pareja de padres hace un trabajo en equipo perfecto: uno va a estar afuera recolectando el alimento mientras el otro permanece fuera del nido, cuidando o alimentando a las crías. Los roles son indiferentes a macho o hembra.
El pingüino de Magallanes tiene la capacidad de vivir alrededor de 75% a 80% de su vida sólo en el agua, siendo el único momento que pasa en tierra en su época reproductiva.
Dentro de la isla sólo tienen un depredador, que es el salteador chileno, un ave café también conocida como escúa, cuya alimentación es oportunista: puede consumir carroña, perseguir buques pesqueros, depredar pequeñas aves marinas, pichones y huevos, como también acechar a otras aves para robar su alimento.
Niños sorprendidos
Muchas de las escenas causaban ternura, así como otras, sorpresa durante la caminata. Los pequeños pingüinos en sus madrigueras, por un lado, contrastaban con cadáveres que yacían sobre la isla y las flores de alfilerillos. Comentaban las acciones de las aves entre sus compañeros y se apretaban las manos para evitar llevarse alguna conchita de la isla, lo que se les recordó que está prohibido.
Uno recordaba que no era la primera vez: “Yo navegaba con mi abuelo, él era marino”. Para otros, como Antonella Ruiz, del quinto básico de la Escuela Villa Las Nieves, cuya obra le dio el pase ganador al viaje para su curso, “fue muy emocionante, porque nunca había visto un pingüino, sólo sabía que habían venido algunos a la Costanera, pero nunca había visto uno”.
Por último, Dennis Díaz, comenta que él “había visto una sola vez un pingüino que fue acá en la Costanera, pero me pareció muy bonita la experiencia, nunca los había visto en su hábitat natural. Sólo los vi acá (en Punta Arenas) y me tomé una foto con ellos”.