Donald Trump aventajaba a Kamala Harris y la tensión se concentraba en los Estados clave
Estados Unidos estaba anoche a punto de concluir una jornada electoral decisiva tras una de las campañas más convulsas de la carrera hacia la Casa Blanca. El candidato republicano, Donald Trump, aventajaba a la aspirante demócrata, Kamala Harris, mientras la tensión se concentraba en los Estados clave. El exPresidente se adjudicaba la victoria en Florida, Texas, Misuri y otros 17 Estados frente a la aspirante demócrata, que obtenía 11 territorios, entre ellos Nueva York e Illinois. Entre las 19 y las 19,30, hora local, habían empezado a cerrar los colegios en Georgia y Carolina del Norte, dos de los Estados clave que podrían determinar el resultado final, pero en la mayoría de los centros de votación las urnas seguían abiertas hasta las 21, hora de la costa este.
El republicano Donald Trump votó antes del mediodía en Florida. Abordado por los periodistas, dijo que “no habrá violencia” si los resultados no le son favorables, aunque por la tarde, volvió a agitar el fantasma del fraude electoral en Pensilvania. “Es hora de pasar página y dejar atrás el drama, el conflicto, el miedo y las divisiones”, dijo.
Las encuestas daban unos márgenes muy estrechos de diferencia entre Trump y Harris.
En tanto, la candidata demócrata Kamala Harris, votó por correo el domingo. “Mi boleta está en camino a California y voy a confiar en el sistema”, dijo el domingo la vicepresidenta desde Detroit, principal ciudad de Míchigan.
Ganará quien alcance 270 delegados sobre un total de 538. Pero en caso de que el escrutinio sea muy ajustado, puede que el ganador se conozca recién este miércoles. Todos los ojos estaban puestos en los datos de siete Estados clave, que acabarán por definir la victoria. Además de Georgia, Pensilvania, Carolina del Norte, Wisconsin, Míchigan, Arizona y Nevada.
Los retos que esperan
al nuevo presidente
Gane quien gane, ambos tendrán por delante importantes desafíos por resolver, desde las guerras en Ucrania y Oriente Próximo a la inmigración, pasando por el remate a la lucha contra la inflación. Aunque el desafío primordial será conseguir que los votantes del candidato perdedor acepten los resultados oficiales y se evite una violencia similar a la del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.
Algunos indicios resultan preocupantes. Un nuevo informe del Proyecto Global contra el Odio y el Extremismo (GPAHE) encuentra pautas en las conversaciones en las redes sociales similares a las que precedieron a aquella insurrección.
Trump ya ha ido dejando caer que no aceptaría otro resultado que su triunfo, y podría alentar, como hizo hace cuatro años, a que sus partidarios siembren el caos en el proceso de escrutinio y certificación de los resultados.
Entre los demócratas, Harris ya ha declarado que aceptará el resultado sea cual sea, y no hay señales de que sus simpatizantes estén dispuestos a lanzarse a la violencia, pero no es descartable que individuos aislados quisieran tomarse la justicia por su mano, en un año en el que el republicano ya ha sido objeto de dos intentos de asesinato.
Polarización
Pase lo que pase, el nuevo Presidente heredará un país profundamente dividido a partes casi exactamente iguales. Parte de su tarea deberá ser tratar de restañar las heridas y la profunda desconfianza entre demócratas y republicanos, tan extrema que incluso conduce de manera creciente a escoger el lugar de residencia según la afinidad política. Harris ha asegurado que ella buscará ser la Presidenta de todos los estadounidenses y fomentar la unidad. Una de sus frases favoritas en las últimas semanas de campaña fue que al llegar al Despacho Oval se pondrá en marcha con una “lista de tareas pendientes para ayudar a los estadounidenses”.
Trump, por contra, ha hablado de ser un “dictador” en su primer día de regreso en la Casa Blanca. En especial en las últimas semanas de campaña también amenazó con “venganzas” contra sus enemigos políticos, entre los que incluye a representantes del partido rival y a medios de comunicación.
Economía
La gran preocupación en términos absolutos para los estadounidenses es la economía. Un 44%, según una encuesta de You.Gov en octubre, está convencido de que hay un peligro inminente de “colapso económico”. Y, sin embargo, la salud económica del país parece difícil de mejorar. El Pib estadounidense es uno de los que más crece entre las economías avanzadas; la tasa de paro se sitúa en el 4,1% y a efectos prácticos el nivel es de casi pleno empleo; la inflación, que llegó a superar el 9% en la primera mitad del mandato de Biden, ya ha quedado bajo control.
El País