Incertidumbre y desamparo por cierre del Albergue 24 Horas
En medio de la incertidumbre y desamparo, los funcionarios y los propios usuarios instalan carteles en la entrada de la residencia destinada a personas de Avenida Independencia Nº538. Los trabajadores acusan que no se han pagado los sueldos, en algunos casos ya van para los dos meses y no hay insumos suficientes. Si bien se supone que en el albergue se alimentan, pero la comida escasea. Los usuarios, esos que viven una de las formas más extremas de pobreza, se ofrecieron a “machetear” para comprar lo que falte.
Saben de la gravedad de esta situación y lo habían advertido en octubre pasado. El ambiente es tenso, sobre todo frente al correo electrónico que los notifica que a partir del próximo lunes 25 la residencia no continúa y los usuarios quedarán en la calle, a un mes para Navidad.
Voces desde el albergue
Para la veintena de residentes, el anuncio del cierre representa más que el fin de un techo seguro: es un retorno forzado a la vulnerabilidad extrema. Marcos Galles, quien ha pasado años en este albergue tras cuatro viviendo en situación de calle, manifestó su angustia ante la falta de alternativas reales para quienes quedarán desamparados. “Hay personas que no tienen adónde ir. Mi compañero, por ejemplo, tiene la mitad del cuerpo inmovilizado, y yo lo ayudo con su cama mientras los funcionarios hacen otras labores. Si nos echan a la calle, ¿qué nos va a pasar? ¿Qué va a ser de nosotros?”.
Tras años de calle Marcos lucha por salir adelante. El tuvo un problema con el consumo del alcohol y hoy está en tratamiento. “Esta determinación me deja con los brazos cruzados y estoy pasando por un mal momento, se murió mi mamá y tengo depresión, incluso me volvieron los ataques de epilepsia. Me echan a la calle ¿y si me muero en la calle, qué va a pasar? Eso no lo entienden”, apunta.
Trabajando en precariedad
Los trabajadores del albergue describieron las dificultades que enfrenta el personal. Les deben meses de sueldo y trabajan sin saber si podrán pagar sus cuentas. “Muchas veces hacemos milagros con los recursos para garantizar una comida para los residentes. Cuando falta, salimos a buscar donaciones o ponemos de nuestro bolsillo”, señalan.
Jessica Castillo reconoce que la labor del equipo ha sido especialmente desafiante debido al sobrecupo constante del albergue, que ha llegado a acoger hasta 25 personas pese a su capacidad máxima de 20. Este exceso no sólo tensiona la infraestructura disponible, sino que también aumenta la presión sobre el limitado presupuesto para insumos básicos.
Discrepancias
La Fundación Fide XII, organismo ejecutor del programa, ha señalado que sólo se les ha transferido el 70% de los recursos estipulados, a pesar de haber entregado toda la documentación requerida para recibir el saldo restante.
Mediante un comunicado indican que, si bien valoran profundamente el impacto y el rol social de estos programas, creen que pueden existir otras instituciones que puedan continuar en la ejecución de éstos; o en su defecto, puede realizarlo el mismo Estado.
Por otro lado, la seremi de Desarrollo Social y Familia señala que se trata de un albergue de carácter temporal y que ante el término de este convenio, evalúan derivar los casos prioritarios a otros dos dispositivos que se mantendrán operativos en la región.