Necrológicas

-Hugo Julio Gallardo Valdebenito

El desafío de construir ciudades amigables

Por Ramón Lobos Vásquez Miércoles 20 de Noviembre del 2024

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Hace algunas semanas se conmemoró el “Día del Bastón Blanco” para relevar el rol que tiene esta ayuda técnica en el desplazamiento y autonomía de las personas ciegas. Para quienes hemos experimentado el estar y vivenciar la ceguera en esta actividad de socialización, es una experiencia que marca y pone de relieve la importancia que tiene.

No es fácil aprender su uso, ya que no basta solamente  esta ayuda para desplazarse por nuestras ciudades. Se necesitará siempre de la buena voluntad de quienes sí pueden ver, para un mejor desempeño y autonomía de las personas ciegas. Y eso falta de parte de muchos en el diario vivir de sus realidades; esto porque nuestras ciudades se han transformado en verdaderas trampas para ellos. No siempre quienes se desplazan en vehículos los respetan o les ceden el paso en zonas reguladas, por ejemplo.

El bastón blanco es para evidenciar que estamos enfrentados a una persona ciega o con limitaciones importantes en la visión. Por ello se requiere respeto. Permitir que circulen por nuestras calles en forma autónoma, ya que el bastón es una señal que como automovilistas debemos respetar y a la vez, favorecer su desplazamiento seguro. Asimismo, cuando seamos peatones debemos colaborar para que tengan un mejor y más seguro desplazamiento, advirtiendo de problemas en el semáforo, si es que no tiene señal sonora que permita al ciego poder entender qué sucede. En esto debemos ser empáticos para con ellos. Es una mínima cortesía a desarrollar.
Pero también nuestras ciudades con su desarrollo o falta de mantención constituyen verdaderas trabas para su mejor desplazamiento: hoyos, caminos irregulares, falta de pavimentación o mal estado de ellas complotan para que su caminar sea poco seguro o francamente más difícil. Se la ponemos compleja si las ciudades no están equilibradas en su oferta para las personas ciegas o con problemas motores en su desplazamiento. Por ello debemos apelar a lo que llamamos “ciudades amigables”. Si analizamos cómo se han desarrollado las capitales comunales vemos que falta este enfoque en la planificación territorial.

Tenemos grandes barreras arquitectónicas para el buen acceso de quienes requieren de ayudas para hacerlo. Pese a que hay un ordenamiento jurídico que señala las características en el diseño y construcción, muchas veces por la antigüedad de la construcción no se ha actualizado para su uso o bien el diseño se hace por cumplir y no facilita el acceso igualitario para quienes presentan alguna discapacidad

Es tarea de los entes fiscalizar los diseños de nuevas construcciones, pero no vemos una actitud activa por cumplir, es más bien una actitud pasiva para ejecutar lo mínimo. Eso lo vi en mis años de consejero regional. Por eso, son importantes las oficinas de discapacidad en los servicios públicos, para estar machacando en todos los ámbitos las necesidades de quienes presentan alguna discapacidad y que requieren de una mejor implementación de los accesos y desplazamientos igualitarios, por parte de la estructura urbana en nuestras comunas. Falta tanto por hacer que pareciera que no se avanza en esta línea.

Desplazarse por nuestra ciudad no sólo en el centro, sino que también en los barrios es una verdadera competencia extrema donde no siempre se sale victorioso. Poder llevar a alguien en silla de ruedas a dar una vuelta cerca de su casa, en los barrios, es toda una odisea. Salir sólo por las compras para quien usa bastones para su desplazamiento, es toda una batalla para poder cumplir la tarea. Los barrios están muy lejos de ser óptimos y buenos para ellos. Ya el centro de nuestras ciudades es complejo ni imaginar lo que son las áreas más periféricas o menos desarrolladas en infraestructura.

Pese a ello, los nuevos desarrollos urbanos que se están planificando han ido de la mano de un buen equipamiento urbano. Bien por quienes llegan a vivir en esos nuevos sectores, pero el problema subsiste en aquellos territorios más antiguos, donde justamente viven los mayores y donde este desarrollo está muy atrasado.Hablamos de inclusión y participación para mayores o personas portadores de alguna discapacidad. Pero no le estamos igualando  la cancha para que así sea. Hasta hoy cada proyecto se trabaja y equipa en su fin propio. Falta esa mirada integradora y de conexión que se requiere para el uso de mayores o quienes presentan alguna discapacidad. Falta mirar nuestras ciudades como un todo armónico y funcional. Se sigue trabajando puntualmente.

¿Quién se encarga de aquello? ¿Quiénes planifican la globalidad? ¿Quiénes se hacen responsables de que la ley se cumpla y realmente interpreten la igualdad? Para eso no hay una respuesta clara. Siempre se pelotean entre los distintos servicios que tienen injerencia en el tema o las municipalidades. Ni pensar en una evaluación posterior para ver si efectivamente cumple lo que se planificó y construyó.

Cada año el “Día del Bastón Blanco” con sus actividades pone el acento en lo que falta y es un llamado de atención para mejores políticas públicas. Pero así como vamos, se sigue sin escuchar el mensaje de fondo y sólo nos quedamos en la conmemoración y lo anecdótico. No se avanza ni se comenta un mejor desarrollo para quienes lo necesitan. Otra tarea pendiente en el quehacer por los otros.

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