“Gracias por tanto, crack, maestro, amigo campeón”
Por Vladimiro Mimica
Sólo ayer despedíamos los amigos a un grande del básquetbol chileno. Caco Suárez era, en medio de una multitud, sepultado en Ancud.
Esta mañana -lunes 16 de diciembre de 2024- la noticia vuela y nos golpea desde Angol: fallece una figura gigantesca en las canchas de la Patagonia y todo el país.
Hernán Cabrera Saldías, el inolvidable número 10 de cuántas camisetas vistiera. Muy joven, de la Selección de Angol, luego sería la azul de la Universidad de Chile y ese color le persigue hasta Punta Arenas, su ciudad adoptiva, donde defiende la azul de su querido Liceo para constituirse en genio y figura de su equipo, donde junto a Ricardo Miranda, Mauro Rodríguez, Lucho Hald, Leoncio Urra, Lalo Garay, Angel Vidal y compañía, conformaron un equipazo al que sumaron al Toto Ríspoli y Enrique Trapp para disputar los tres primeros lugares en el Nacional de Campeones jugado en el Fortín Prat de Valparaíso.
REFUERZO DE TODOS
Hernán, refuerzo obligado de todos… Sokol y Audax por ejemplo. Siempre rutilante en nuestra Selección y luego formador y jugador de la que fuera la Ute, post ’74, Universidad de Magallanes.
Sin embargo, Hernán fue mucho más que un gran jugador y formador. Fue un tipazo, un amigo a carta cabal en todos los caminos, en todas las circunstancias de la vida.
Llegó y se enamoró de Magallanes, descubrió a la compañera de su vida, su amada Isabel; constituyó hogar y llegaron Marisol y Jaime, sus hijos, y las puertas de ese hogar cálido y hospitalario que abrió siempre para recibir a los amigos.
Se ha marchado Hernán, quizá estimulado por su amigo y compañero, el Caco Suárez o por Smiljan Coro o Ricardo Miranda o Pancho Andrade. Por qué no pensar que lo recibe Julio Valderas o el Pollo Radic, también Peralta y Prieto, sus compañeros de universidad.
Cómo vuela la vida… Como el balón volaba con magia y maestría cuando lo conducía o lanzaba mejor.
Un abrazo largo y fraterno para Néstor y Osvaldo, sus hermanos en Francia. El abrazo del alma querida Chabela para ti y tus hijos.
Y para ti hermano del alma, inolvidable Hernán, pedir a Dios por tu descanso, por tu buen reposo eterno con la esperanza siempre viva del reencuentro… Nos reencontraremos Hernán con la Silvia, tu hermana; con Doña Lila y Don Eleazar, tus padres, quienes imborrables recuerdos nos dejaron.
Hasta el próximo vuelo crack, amigo de la vida. Gracias, siempre gracias por, junto a tantos, distinguirme con tu amistad.