Del Barrancón al fin del mundo
Si bien nací en San Bernardo, viví en El Barrancón y Ñuñoa, todo en la Región Metropolitana, de muy chico nos trasladamos a vivir a Concepción donde hice todos mis estudios terminando de ingeniero civil en mi querida alma mater la Universidad de Concepción. Después de casado y afincado en Temuco, me he dado cuenta que, sin lugar a dudas el sur me atrapó y ha sido un lugar que siempre me ha marcado por la diversidad de nuevos horizontes que es posible explorar y desarrollar. Como ingeniero civil y piloto, he tenido la fortuna de explorar muchos lugares del territorio chileno, pero ha sido en el sur donde realmente encontré mi espacio familiar y profesional. La belleza y la diversidad de esta gran zona sur y austral me han cautivado, llevándome a enamorarme de lugares tan remotos y fascinantes como Magallanes, Punta Arenas y la Antártica, los cuales se han quedado grabados en mi memoria. Fue mi pasión por la aviación la que me llevó a volar sobre paisajes que, hasta entonces, sólo había visto en fotografías. Cada despegue y aterrizaje se convirtió en una oportunidad para descubrir y entender la majestuosidad así como también la bonhomía de la gente del sur de Chile.
Mi primer contacto con la Región de Magallanes fue un viaje que no olvidaré, al venir a las Jornadas de Regionalización que organizaba en aquel entonces CorChile. Cuando aún creíamos que era posible derrotar al centralismo endémico que sufre nuestro país, desafío que vemos cada día más lejano. Al aterrizar en Punta Arenas, esa primera vez y cada vez que he vuelto, me ha recibido un aire fresco y un paisaje que parece sacado de otra realidad o de un territorio distinto. Las montañas, los glaciares y el mar se entrelazaban con la historia de la ciudad, marcada por la llegada de colonos y exploradores, lo cual resonaba en cada rincón y eso me cautivó de entrada. Una gente querida, orgullosísima de su identidad patagona, que uno no aprecia en otros lugares con tanta fuerza y carácter. Me sentí atraído por la cultura local, por la calidez de su gente y por la rica herencia que se respira en el ambiente.
A medida que me adentraba en el conocimiento sobre el sur y especialmente la región, descubrí la importancia de poder tener una poderosa conexión entre la comunidad, su identidad cultural y su entorno. Como regionalista, entendí además que el desarrollo sostenible es clave para preservar la belleza natural de Magallanes, con proyectos que busquen fomentar el turismo responsable y la conservación del medio ambiente. La idea es que el progreso no debe venir a expensas de la naturaleza, sino que tiene que coexistir en armonía con ella.
Uno de los momentos más memorables de mi experiencia en Magallanes, ocurrió en enero de este año en un añorado vuelo y navegación en la Antártica, territorio que siempre anhelaba conocer desde muy joven. La emoción de sobrevolar y aterrizar en el continente blanco, con sus glaciares y paisajes inexplorados, fue indescriptible. Ha pasado ya cerca de un año de aquella travesía y todavía la recuerdo como si fuera ayer, desde el fondo de pantalla de mi celular hasta la experiencia de sumergirme en esas aguas heladísimas, han sido y serán compañía de mi continuo caminar por el precioso sur austral de Chile.