El respeto a la libertad de prensa
La reciente negativa del fiscal regional a responder una pregunta formulada por un periodista de La Prensa Austral durante una conferencia de prensa no sólo refleja una actitud desafortunada, sino que también pone en entredicho el compromiso con la transparencia que toda autoridad debería demostrar. Este acto, que puede parecer menor a primera vista, trasciende el ámbito de lo personal y afecta un principio fundamental de toda sociedad democrática: la libertad de prensa.
La actitud del fiscal, lejos de ser un simple desliz, resulta inapropiada para la investidura de una jefatura encargada de esclarecer los hechos delictivos y garantizar el acceso a la información pública. Rehusar responder a la prensa no sólo implica un gesto de desprecio hacia un medio en particular, sino que debilita la confianza ciudadana en las instituciones y su disposición a rendir cuentas.
En toda sociedad democrática, la prensa cumple un rol fundamental: informar, cuestionar y confrontar a las autoridades en nombre de la ciudadanía. No está llamada a ser complaciente ni a evitar temas incómodos. Por el contrario, su labor radica precisamente en iluminar aquello que algunos prefieren mantener en la penumbra, dar voz a quienes no la tienen y garantizar que el poder sea fiscalizado de manera constante.
La negativa del fiscal regional subraya la importancia de recordar que los medios de comunicación no son enemigos de las autoridades, sino aliados del interés público. Su independencia y capacidad para cuestionar son indispensables para mantener un equilibrio saludable entre los poderes del Estado y la sociedad.
Es esencial que los servidores públicos, especialmente aquellos en posiciones de responsabilidad como el fiscal regional, entiendan que la prensa no tiene la obligación de agradar ni de moldear sus preguntas para evitar incomodar. Su deber es incomodar cuando sea necesario, porque es en esa incomodidad donde surgen las respuestas que el público necesita y merece.
La comunidad magallánica espera una relación transparente y respetuosa entre las instituciones y los medios de comunicación. Actitudes como la observada no sólo empañan esto, sino que también minan el principio de rendición de cuentas que debe regir a todas las autoridades.
Este episodio debe servir como una reflexión para todos los actores involucrados: la prensa debe continuar ejerciendo su rol de manera firme y valiente, mientras que las autoridades deben recordar que la transparencia y el respeto por el derecho a la información son pilares de su legitimidad. La democracia, después de todo, se fortalece cuando los poderes son fiscalizados y la ciudadanía está informada.
En tiempos de desafíos sociales y políticos, Magallanes necesita liderazgos comprometidos con el diálogo y el respeto mutuo. La prensa no es ni debe ser un adversario. Es, y seguirá siendo, una voz fundamental para construir una región y un país más informados, justos y democráticos.