El desafío de proteger la biodiversidad ante el creciente turismo
Las áreas silvestres protegidas de Magallanes han experimentado un incremento significativo en el número de visitantes. Según datos de la Corporación Nacional Forestal (Conaf), durante 2024 estas áreas registraron más de 590 mil visitas, superando con creces las cifras del año anterior. El Parque Nacional Torres del Paine lidera esta tendencia, consolidándose como uno de los destinos más icónicos del país, con 367.426 turistas en el último año.
Aunque este aumento de afluencia demuestra una recuperación plena tras la pandemia e incluso un crecimiento superior al 40%, también plantea una inquietante realidad: la presión que este flujo de turistas ejerce sobre los ecosistemas locales y su biodiversidad.
Los picos de visitas en meses como enero y diciembre evidencian una alta demanda por parte de turistas nacionales e internacionales que buscan maravillarse con la belleza única de Magallanes. Sin embargo, esta alta concurrencia no puede abordarse sólo como un éxito turístico; debe ser entendida como un desafío integral que requiere acciones urgentes para garantizar que el impacto humano no ponga en riesgo los delicados equilibrios naturales de la región.
El director regional de Conaf, Mauricio Ruiz, ha reconocido la necesidad de “fortalecer la protección de estos ecosistemas”. Esto incluye no sólo la implementación de estrategias para gestionar los impactos ambientales inmediatos, sino también la inversión en infraestructura sostenible, regular actividades turísticas y promover una cultura de respeto hacia la naturaleza entre los visitantes.
En este contexto, es imprescindible avanzar hacia un modelo de turismo sostenible que integre diversos elementos, comenzando por la educación ambiental. Los visitantes deben ser informados sobre la importancia de conservar los ecosistemas y las normas para minimizar su impacto. Campañas educativas en porterías y puntos de acceso pueden generar mayor conciencia.
También se requieren medidas de control y regulación, a fin de limitar el número de visitantes en momentos de alta demanda y establecer rutas específicas. Esto puede reducir la presión sobre las zonas más sensibles.
Se tiene que contar con infraestructura sostenible, ampliar y mejorar senderos, áreas de descanso y servicios de manera que se minimice la degradación del entorno natural.
Involucrar a las comunidades locales en la gestión y protección de estas áreas puede no solo generar empleo, sino también fortalecer un sentido de pertenencia y cuidado por el entorno.
A su vez, evaluar periódicamente los impactos ambientales permitirá ajustar las políticas de conservación y turismo según sea necesario.
Magallanes tiene en sus parques y reservas naturales no sólo un motor económico, sino también un patrimonio que debe ser protegido para las generaciones futuras. La creciente afluencia de turistas es una oportunidad para demostrar que el desarrollo turístico y la conservación pueden coexistir, siempre y cuando se priorice la sostenibilidad.