La paja en el ojo ajeno
Luego de una pausa de estas columnas durante el mes de febrero, volvemos a compartir estas reflexiones dominicales con los amables lectores. Y el mes de marzo siempre es un nuevo comienzo, porque por más que el calendario nos diga que el año comienza en enero, en realidad, el año con todas sus tareas y ocupaciones comienza en marzo, y ojalá lo vivamos mejor que el año pasado.
Por eso, hoy podemos mirar el Evangelio que se lee en las celebraciones litúrgicas de este domingo, el cual nos ofrece la sabiduría del Señor Jesús en términos sencillos y al alcance de todos, que cuando quiere subrayar una enseñanza la propone a través de una exageración que ya no se olvida. Así, hoy nos dice que no sigamos a los guías ciegos que nos conducen hacia un precipicio, y que antes de juzgar a los demás nos miremos a nosotros mismos, y que no nos dejemos llevar por las apariencias ya que a las personas sólo se las conoce por sus frutos. ¡Qué sencillo y qué verdadero!
Detengámonos un poco en su conocida frase que dice: “¿Por qué te fijas en la paja que hay en el ojo de tu hermano y no miras la viga que hay en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: ‘hermano, déjame sacar la paja de tu ojo, cuando no ves la viga que hay en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver claramente para sacar la paja del ojo de tu hermano”.
A pesar de que conozcamos casi de memoria esa frase, sucede que con facilidad y frecuentemente nos permitimos criticar los defectos ajenos y no somos capaces de ver nuestras grandes limitaciones. Estamos muy dispuestos a ver los fallos de los demás sin ver los nuestros. Así, sucede que usamos dos medidas ante nuestras propias acciones y las del prójimo, las medimos con una vara muy distinta y nos volvemos maestros del doble estándar. Es lo que el filósofo español José Ortega y Gasset llamó “hemiplejia moral”, que paraliza el juicio ético -según sea el caso- hacia un lado u otro. Esta hemiplejia moral es la enfermedad del doble estándar, de la ley del embudo (ancho para mí, angosto para ti), la enfermedad que hace ver la paja en el ojo ajeno sin ver la viga que hay en el propio ojo.
Enfrentar la hemiplejia moral del doble estándar es, en primer lugar, una decisión personal que nace de la verdad de reconocer los límites, fallos y defectos. Es enfrentar la actitud de superioridad que nace de la superficialidad y ceguera de no reconocer la propia verdad y sus sombras, y eso es siempre una decisión personal.
También, en el ambiente de polarización que vive nuestra sociedad, enfrentar el doble estándar requiere la lucidez de una mirada más amplia, pues se van manifestando diversos vicios instalados en nuestra cultura nacional casi como si fueran “naturales”, y uno de esos es el doble estándar con su doble moral que conduce a la vieja “ley del embudo”. Un ejemplo casi inocente son los adultos que felicitan a un niño porque sabe ser pillo, sin darse cuenta que cultivando las pillerías están criando a un futuro sinvergüenza. Y los ejemplos -ya no inocentes- podrían multiplicarse en todos los ámbitos de la vida de las personas, grupos e instituciones de la sociedad.
Sucede que, frecuentemente, hay corrientes de opinión o grupos de poder que dirigen la opinión pública y llevan a la sociedad hacia unas determinadas opiniones o posturas; pero con frecuencia lo hacen ocultando la verdad o con verdades a medias, de manera que las personas llegan a vivir con una visión falseada de la realidad, es decir, con hemiplejia moral. Las consecuencias son graves, porque cuando se oculta la verdad se desdibujan los contornos de lo que está bien y de lo que está mal; así, ya no se puede distinguir con claridad lo justo de lo injusto, y la mentira no deja ver los abusos.
La sabiduría del Señor Jesús atraviesa los tiempos y llega hasta nosotros con la potente advertencia que hace a sus discípulos y a todas las personas que quieran escuchar sus palabras: “¿Por qué te fijas en la paja que hay en el ojo de tu hermano y no miras la viga que hay en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: ‘hermano, déjame sacar la paja de tu ojo, cuando no ves la viga que hay en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver claramente para sacar la paja del ojo de tu hermano”.




