Porvenir quedó sin sacerdote el domingo pasado cuando se fue el padre Fabres
Porvenir volvió a quedar sin sacerdote después que el último párroco, padre Alejandro Fabres, se fue porque la Orden Vicentina a la que pertenece terminó su obra en Tierra del Fuego tras dos periodos de presencia de la congregación. “Los vicentinos dejamos la misión de Tierra del Fuego porque nuestro superior general hace tiempo nos solicitó como congregación a nivel mundial que tratáramos de vivir en comunidad”, explicó el saliente párroco.
“Tierra del Fuego no brinda esa posibilidad porque no es fácil que 2 ó 3 sacerdotes se vengan a vivir acá, por el clima y porque aquí hay que tener características especiales, tener cierto ‘ñeque’, aguante, estabilidad emocional y a veces eso cuesta. A mi también me costó en algún momento, pero yo soy más hijo del rigor, soy más ‘cuero de chancho’”, resumió.
Fabres admite que no conocía nada de la isla, aunque había venido a Punta Arenas: “Es distinto venir a vivir a Magallanes, con la idiosincrasia propia de los magallánicos que más que chilenos viven un regionalismo muy profundo. Pero además existe la idiosincrasia fueguina. Nosotros los fueguinos tenemos una mirada muy particular, porque somos distintos a los puntarenenses y a los natalinos”, acentúa, denotando su condición de isleño adoptado. “Somos diferentes porque vivimos en una isla y estamos a merced del clima, del tiempo, del transporte”.
Un cura deslenguado y con opinión
“Fue un trabajo de aceptación mutua, a la gente le acostó aceptar este cura deslenguado, con opinión, que se metía en la ‘pata de los caballos’, que participó en muchas cosas que la gente no estaba acostumbrada que un sacerdote se metiera, pero abrí rumbos para entrar en diálogo con la sociedad civil, con las autoridades, el mundo militar, la comunidad LGTB, el mundo feminista, las organizaciones sociales, con distintos sectores”.
Consultado si por lo anterior tuvo problemas, confirmó: “Sí, con sectores muy conservadores que pueden ser de derecha o de izquierda, tuve muchos conflictos. Y pese a ello logramos trabajar y eso fue lo más interesante, que la gente fue empezando a aceptar a este cura que sabían su posición, su mirada. Y sin embargo, cuando tuvimos que unirnos para hacer actividades en beneficio de la comunidad, para ayudar a los migrantes, para atender necesidades durante la pandemia, ahí se superaron todos los conflictos y logramos trabajar con sectores muy conservadores”. Estimó que primó el respeto, aprendiendo a mirarse desde las diversidades, un tema que valora de los porvenireños y del que se va agradecido.
Machismo y falta de respeto a la mujer
Lamentó la violencia intrafamiliar en la isla, la falta de respeto hacia la mujer, porque “falta todavía abrirnos, aceptar la diversidad sexual, hay mucho machismo y muchas cosas encubiertas, mucho sesgo de las estructuras de poder que siguen poniendo ‘la pata encima’ a los trabajadores, a una serie de organizaciones y la gente es bastante más pasiva de lo que uno podría esperar. A mí siempre me dijeron que Magallanes es una región progresista, pero hoy día, cuando miro la historia siento que es un progresismo bien ‘aguachento’, muy conservador”.
“Es un progresismo que sigue anclado a viejas prácticas políticas sociales, que a mi me cuestan. Hay un servilismo que yo veo en el acarreo de votos, una práctica insana pero que en nuestra isla se da. Incluso la mujer es machista, porque el machismo generalmente lo desarrolla la mujer, no el hombre”.
En las comunas rurales
Fabres también atendía las comunas de Primavera y Timaukel con acción pastoral en la capilla San Alberto Hurtado de Cerro Sombrero, Jesús Buen Pastor de villa Cameron y Santa Teresa de los Andes de Pampa Guanaco. “Hacía acompañamiento, celebraciones de eucaristía y algunos sacramentos básicos una vez al mes. Pero siento que falta más presencia y cuando defendí esta obra pedí mandar a otro sacerdote para que nos encargáramos de todo el ámbito pastoral de la provincia. Desgraciadamente no se pudo”, lamentó.
En Porvenir oficiaba en la Parroquia San Francisco de Sales y en el Santuario Jesús Nazareno (villa Las Nieves), pero no en la capilla Don Bosco de Población Aguirre Cerda. “Cuando la recibí era un hostal (por su antigua hospedería), la reactivamos un par de veces pero los residentes no respondieron porque vienen aquí al templo. Después Gasco sacó el medidor de gas porque no se utilizaba, ahora se debe reinstalar y sale muy caro, pero la casa la utiliza la junta de vecinos”, detalló.
Sobre la reconstrucción de la Capilla San Pedro de Bahía Chilota explicó que hubo un convenio de proyecto que se perdió durante la pandemia, aunque la comunidad bahiana viene a misa al templo o al santuario y cuando se ha requerido una misa en el sector, se celebra allí. Eso sí, admite que “es uno de los temas que me quedaron pendientes”.
Gratitud y perdón
El expárroco agradeció a todas las personas que le abrieron sus hogares, “que han participado, que se sienten parte de la comunidad cristiana, desearles que les vaya muy bien, que Dios los bendiga, agradecer por la presencia y la compañía que han brindado a este sacerdote y a través mío a la Congregación de la Misión. Me he sentido muy acogido y les pido perdón por los anti testimonios que pude dar, por las cosas en que los pude haber ofendido o pasados a llevar, no fue nunca mi intención. Y agradecerle a Dios por mi presencia de seis años en esta comunidad”.
Conflicto de profesores en el colegio católico
El presbítero dijo sentir pena por el conflicto que se suscitó en el Colegio María Auxiliadora a fin de año, donde los profesores debieron recurrir a presiones para obtener parte de sus ingresos. “Espero y confío en Dios que se encuentre una solución a este problema, porque la malversación de fondos es compleja y nosotros como Iglesia tenemos la obligación de dar ejemplo ético. No podemos criticar al mundo social si en nuestras organizaciones pasan esas cosas. Debemos ser cuidadosos del respeto a los trabajadores, del pago de sus cotizaciones, de salud, y que esto ojalá no vuelva a ocurrir”.
Pide continuar la obra de apoyo a los migrantes
Alejandro Fabres asegura que desde el primer momento de su tarea asumió el apoyo a la migración en Tierra del Fuego, desarrollando desde 2022 un trabajo junto al equipo de Movilidad Humana de la Diócesis de Punta Arenas, en el que se involucraron con los migrantes acogiéndolos, orientándolos con su documentación, con capacitaciones de orientación y operativos para ayudarlos a hacer sus papeles y darles seguimiento. “Eso fue valorado por la comunidad migrante, con un agradecimiento grande que se ha dado”, aseveró.
“Pero me voy con el temor de que este trabajo se descontinúe un poco, pero confío que el sacerdote que venga siga orientando esta labor y que sea el gobierno, el Estado, quien asuma la responsabilidad que le compete. Siempre lo digo duela a quien le duela: acá en la isla nosotros como organismo social hemos ido paliando las necesidades que el Estado tendría que acoger”.
Pese a todo, el cura vicentino cree que la comunidad extranjera residente en suelo isleño hoy está bastante estable e integrada y ha ido accediendo a beneficios gracias a que muchos han regularizado sus papeles y otros lo esperan hacer. “Podría decir que sus ingresos son normales para la gente que viene a trabajar, tienen trabajo, hay una aceptación social, ¡pero todavía falta!” -acentuó- porque sabe que todavía hay quienes se aprovechan de los inmigrantes en materia de sueldos y arriendos muy caros.