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“¡Oh! Chicken”: el emprendimiento que nació en un viaje a Estados Unidos y que busca conquistar Punta Arenas

Domingo 20 de Abril del 2025

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Lo que comenzó como un viaje de amigos por Estados Unidos se convirtió en una idea de negocio que hoy busca revolucionar la oferta gastronómica puntarenense. 

Tras dos años de planificación, inversión y mucha prueba y error, tres ingenieros comerciales —Hernán Carrasco, Rodrigo Skarmeta y Goran Vukasovic— dieron vida a un foodtruck especializado en sándwiches de pollo frito, con sabores inspirados en recetas norteamericanas, pero pensadas para el paladar magallánico.

Este negocio no es el primer intento emprendedor de estos amigos, pero sí el más concreto. Antes probaron con una agencia de activaciones que no llegó a despegar. 

“Oh! Chicken” abrió sus puertas hace apenas dos semanas y ya ha generado una respuesta entusiasta entre los clientes. Sus productos estrella buscan encantar al paladar patagónico: sándwiches con nombres creativos como “Chicken Mafia” o “Pollitos en Fuga”, papas trufadas, mac & cheese, y una variedad de salsas originales.

La receta no es improvisada. Nació en un recorrido por Miami, Nueva Orleans, Nueva York y Las Vegas, donde los socios probaron pollo frito en todas sus versiones, sacaron ideas de menús y desarrollaron su propia propuesta junto a Nicolás Carrasco, el hermano de Hernán, cocinero profesional.

“La gente estaba esperando algo distinto. Nos arriesgamos, pero confiamos en el producto”, dice Hernán Carrasco, quien recuerda que incluso hicieron focus group en Santiago antes de lanzar el proyecto para saber qué es lo que busca el cliente a la hora de comer pollo frito. 

Traer el foodtruck desde Santiago implicó un viaje complejo: armado en Calera de Tango, traslado por tierra a Puerto Montt, luego en barcaza a Puerto Natales y, desde ahí, otra vez por tierra hasta Punta Arenas. Habilitaron un terreno baldío en Avenida 21 de Mayo, lo urbanizaron y adaptaron un container como bodega y oficina. La inversión total ronda los 40 millones de pesos.

“La parte más difícil fue lidiar con los permisos, las recepciones y los tiempos de espera. Tuvimos que postergar la inauguración al menos cinco veces”, cuenta Hernán. “Pero no queríamos abrir hasta tener todo en regla y asegurar un producto de calidad”, apunta.

Con precios que van entre los $6.990 y los $9.390 por sándwich, y papas a $1.990, el enfoque fue mantener una propuesta accesible sin sacrificar calidad. “Preferimos bajar los precios para que la gente se animara a probar algo nuevo”, afirma Carrasco.

La operación del local no es simple: deben traer ingredientes específicos desde Santiago o el extranjero, como el pan, el cual no se produce en Magallanes. “No queremos que el producto pierda calidad por ahorrar en logística”, añade Carrasco. 

El equipo está compuesto por los tres socios, un administrador y dos cocineras. El proyecto, aunque joven, se ha profesionalizado desde el inicio. Cada detalle fue pensado: desde los stickers que identifican los pedidos -para evitar confusiones comunes en el delivery- hasta la identidad gráfica, que incluyó varios cambios hasta lograr un logo que representara la esencia del local.

Y si algo destaca en este emprendimiento es la actitud con la que lo enfrentan. Creativos y sin miedo al ridículo, se animaron a pasear por el centro disfrazados de pollo como parte de la campaña de lanzamiento. “Teníamos un disfraz y dijimos: ‘Ya, alguien se lo pone’. Y fui yo. Salimos con máscaras, hicimos lives… fue todo parte de pasarlo bien también”.

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