¿Dónde están los carabineros?
Una pelea con machete en pleno centro de Punta Arenas, a pasos de la plaza y de la Prefectura de Magallanes, no puede ni debe ser leída como un hecho aislado. Es la síntesis perfecta de una sensación creciente entre los vecinos: la inseguridad ya no se percibe, se vive. Lo más alarmante es que, aun con imágenes captadas por las cámaras municipales y una línea directa con Carabineros, la respuesta institucional fue -una vez más- la ausencia.
La municipalidad ha advertido que los episodios violentos en la esquina de Lautaro Navarro con Pedro Montt son ya una rutina de fin de semana. Trompos, derrapes, riñas e, incluso, carreras a caballo: el centro de Punta Arenas se ha transformado en un escenario que pareciera no tener ley ni control. Y si bien el alcalde Claudio Radonich y su equipo han intentado levantar alertas, lo cierto es que el discurso no basta cuando la policía, literalmente, no llega.
Que Carabineros informe estar “sin medios disponibles” no sólo es preocupante, es inadmisible. La confianza en la policía no puede sobrevivir cuando el ciudadano ve con sus propios ojos que frente al delito se reacciona con la inacción. Que esto ocurra a metros de la Prefectura subraya el nivel de desconexión entre la presencia institucional y la realidad en las calles.
El llamado del municipio a instalar un punto fijo de vigilancia los fines de semana en el centro, entre la 1 y las 6 de la madrugada, parece casi una súplica desesperada por algo que debiera ser básico: presencia policial donde hay riesgo evidente y reiterado. No se pide un show mediático a las 10 de la noche para la foto. Se pide protección real cuando la ciudadanía más lo necesita.
Es obvio que la dotación policial en la zona puede no ser la suficiente, pero aquello es un problema generalizado en todo el país. Pese a ello, existen medidas mínimas que se pueden implementar y que redundarían en disuación y mayor tranquilidad y seguridad para los habitantes del centro de Punta Arenas y para los turistas.
Ante este escenario, tampoco ha sido feliz el accionar -o falta de él- de la otrora coordinación de Seguridad Pública, hoy flamante seremi del ramo. La sensación que ha quedado en todo este tiempo es que es un cargo que sólo adorna fotos oficiales, pero que, en rigor, poco o nada ha aportado a encarar de forma eficiente y eficaz los problemas que surgen y se acrecienta en este ámbito en Magallanes.




