“Me habría gustado una acción más decidida en el plano de la cultura y de la educación”
Tomás Ferrada Poblete
Corresponsal en Santiago
Periodista, escritora, Premio Nacional de Periodismo 2007, profesora titular y ex vicerrectora de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile. A Faride Zerán Chelech el currículum se le acumula como prueba de una vida dedicada al periodismo, la educación y la cultura.
Nacida en Puerto Natales, hija ilustre de la ciudad, lleva con orgullo su raíz austral y su ascendencia palestina. Desde el campus Juan Gómez Millas, en Ñuñoa, donde hoy dicta clases en la carrera de Periodismo que ayudó a refundar, responde las preguntas de El Magallanes.
– Durante la dictadura, usted ejerció el periodismo bajo condiciones de enorme riesgo. ¿Cómo recuerda ese período?
– “Bueno, es una experiencia que no es gratificante, porque hay miedo siempre (…) Desde el primer día supimos que había torturas, que había detención, que había fusilamientos, crímenes, en fin. Siempre se supo todo, ¿no? Y los periodistas nos comunicábamos de mil formas para poder sacar la información.
– “Era complejo hacer periodismo en esos años, era todo un desafío. Un desafío para nosotros mismos como seres humanos y como periodistas. Desafiar la censura, desafiar la muerte, pero intentar efectivamente publicar lo que tú querías publicar (…) Creo que en esos años, se escribieron las páginas más valientes de la historia del periodismo”.
– El presidente Boric la nombró presidenta del Consejo Nacional de Televisión (CNTV). ¿Cómo evalúa esa experiencia y por qué renunció al año de asumir?
– “Fue una experiencia igual muy interesante y yo la valoro. Me fui porque me di cuenta que no podía impulsar los cambios que yo quería hacer y que iban a marcar el paso en los próximos cuatro años (…) Me parece que el Consejo Nacional de Televisión es un elemento importante, necesario, pero que a mi juicio todavía debe modernizarse.
“Básicamente se trataba además de un organismo loteado políticamente en la lógica binominal. Entonces, para alguien independiente como yo, resultaba muy complejo esa lógica porque no se lograba de repente hacer cosas altas”.
– ¿Se sintió sola?
– “No. No me sentí sola. Tenía un tremendo equipo de trabajo (…) pero me parecía que era más atractivo volver a la academia, a mis clases, a mis libros, que estar ahí marcando el paso”.
– ¿Cómo evalúa la gestión del Presidente Boric?
– “Yo creo que no ha sido fácil para el gobierno de Boric gobernar con un Congreso en contra. (…) Además en un momento político muy complejo, con los temas de seguridad que son muy graves, sin duda. Ha sido un gobierno que tenía un libreto preparado para un contexto y resulta que se encontró con otro (…) yo creo que la derrota del plebiscito del 4 de septiembre fue determinante para este viraje.
– “Creo que sí soy crítica en algunos aspectos. Me habría gustado efectivamente una acción más decidida en el plano de la cultura y en el plano de la educación. Pero valoro muchísimo, por ejemplo, lo del anuncio del Plan Nacional de Búsqueda que creo que es muy importante en materia de derechos humanos”.
– Finalmente, ¿cuáles son sus proyectos actuales?
– “Hoy estoy dedicada por sobre todo a la academia, como profesora de la Universidad de Chile, además, por supuesto, estoy haciendo algunas investigaciones (…) he estado leyendo un magnífico texto que sé que va a ser publicado en los próximos meses en Punta Arenas, que es una biografía de Sara Braun escrita por Valentina Arriagada, que es una traductora y profesora de inglés natalina. Seré la prologuista de este texto”.
Rol del periodismo
– Usted fundó el Instituto, actual Facultad, de Comunicación e Imagen en la Universidad de Chile. ¿Cómo fue esa reestructuración de la carrera de Periodismo en esta prestigiosa universidad?
– “Yo parto con el año 97 haciéndome cargo de la Escuela de Periodismo, producto de una movilización de los estudiantes que se resisten porque el que dirigía la escuela era un psiquiatra. No tenía un buen nivel, había muchos resabios de la dictadura, profesores mal evaluados por los propios estudiantes. Me hago cargo de eso, pero yo no quería. Fue muy increíble porque los estudiantes me fueron a buscar a mi casa”.
La periodista relata que, al refundar la carrera, también se trasladaron de campus. “Se estaba operando en Marcoleta, en lo que había sido el cuartel general de la Dina. Entonces, ¡imagínate la carga que tenía ese lugar!”.
– ¿Cómo ha cambiado la formación del periodista?
– “Ha cambiado muchísimo, pero en su esencia sigue siendo una profesión eminentemente ética que se basa en el apego a la verdad. Hoy un periodista no sólo debe dominar las nuevas tecnologías, sino también disciplinas como la Sociología, la Economía, la Psicología (…) Me preocupa la proliferación de escuelas de periodismo sin los estándares necesarios. Sin embargo, hay lugares donde se está intentando hacer bien el trabajo, como en la Universidad de Chile, en la UDP, la Católica, en la Universidad de Concepción”.
– En su propia trayectoria, ha impulsado un periodismo comprometido. ¿Dónde está el límite entre compromiso y militancia?
– “Cuando hablo de periodismo comprometido, hablo de compromiso con los derechos humanos y la libertad de expresión. Esos son los límites. El que tú antepongas una causa política partidaria me parece que no es coherente. (…) El rol fundamental del periodista y su compromiso debe ser con la defensa de los derechos humanos, de la democracia y de la libertad de expresión”.
Admite ser una persona de izquierda, su trayectoria así lo ha demostrado. “Pero eso no significa que no se pueda hacer una crítica incluso con los sectores de izquierda. Yo no milito en nada”, puntualiza.
– ¿Cuál es el diagnóstico que hace del periodismo que se ve en la tele?
– “Ante determinados discursos de algunos políticos, de algunos personeros, los periodistas sencillamente ponen el micrófono, como si no fuera problema de ellos (…) Como si el periodista no fuera capaz de entender de pronto que, en la defensa de la democracia, también juega un rol el periodismo. Y entonces yo ahí tengo una crítica cuando el periodista pasa a ser solo una mera correa transmisora, sin asumir ningún rol frente a sus fuentes. Y eso me parece que es fatal. El periodista debe tener conocimiento para poder enfrentar las falsedades, los errores”.
– El 2019 Chile vivió un estallido social, se comenzó un proceso constituyente y se eligió a un presidente de izquierda. La nueva Constitución no fue tal y todo parece indicar que el país volverá a la derecha. ¿Cómo se explica ese cambio?
– “Estamos viviendo el espíritu del tiempo. Estamos viviendo un avance de la ultraderecha en todas partes. Y dado por factores que son muy concretos: la crisis económica y, sobre todo, la crisis de seguridad. Y en ese sentido, creo que ese contexto ha sido muy propicio para que la ultraderecha crezca, con un discurso bastante populista y fascista (…) Hay toda una lucha cultural que está dando la ultraderecha. Y que tiene que ver con las disidencias sexuales, con los estudios de género, con la libertad de cátedra en las universidades, tiene que ver con la existencia del pensamiento crítico. Todo eso está en cuestión y está peligrando hoy en día en Chile”.
Palestina y el “silencio cómplice”
– Usted tiene ascendencia palestina. ¿Cómo vive personalmente lo que ocurre hoy en dicho país?
– “El año pasado, en mayo, lanzamos un libro, yo escribí un ensayo y coedité el libro Palestina: anatomía de un genocidio, donde escriben un conjunto de académicos intelectuales, tanto de origen judío, como de origen palestino, hablando en torno a este horror, a esta masacre que ocurre en Palestina.
– “Lo que pasa en Palestina es algo que, por supuesto, no sólo me golpea a mí, como ser humano, como mujer intelectual o académica de origen palestino, sino creo que golpea a toda la humanidad, que ve cómo se está masacrando, y cómo se está asesinando de una manera brutal a todo un pueblo, a vista y paciencia de todos”.
– ¿Cuál es su mirada sobre la respuesta internacional del conflicto?
– “Se ve cómo Europa y parte de Occidente ha mantenido un silencio cómplice ante este horror, ante esta verdadera limpieza étnica. Eso sin duda que nos interpela y nos conmueve como humanidad, y no podemos guardar silencio. El silencio nos hace cómplices frente a un tema como este”.
“El sur profundo
me marca”
– Hablemos de Magallanes. Usted es hija ilustre de Puerto Natales y pasó parte de su infancia en Punta Arenas. ¿Qué significa para usted la región?
– “El sur profundo me marca. Pienso en el mar de Puerto Montt (donde terminó su educación secundaria), en el mar de Punta Arenas, en su cielo maravilloso. Son postales que me acompañan siempre. Estudié en el Liceo de Niñas de Punta Arenas, donde también fue directora Gabriela Mistral, y eso dejó una huella imborrable en mí. Siempre que puedo, vuelvo a Punta Arenas a visitar a mis muertos, a mis abuelos, a mis recuerdos”.
– Justamente respecto a Mistral, este año se cumplen 80 años del Nobel. ¿Cree que Chile le ha hecho justicia a su memoria?
– “Durante década, Mistral fue una poeta desconocida en el país. Sus libros no circularon, salvo sus poesías infantiles. Esa Mistral intelectual, esa Mistral educadora, la que vivió en México, que dialogaba con presidentes de la República, que escribió no solamente sus poemas de niños sino poemas desgarradores como los que escribió en Magallanes, Desolación, no se conocía”.
Zerán comenta que durante su etapa como vicerrectora de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile, inauguró la Sala Museo de Gabriela Mistral. “Hicimos una exposición espectacular sobre su obra y sobre ella”.
– ¿Usted piensa que ahora sí se está reconociendo correctamente?
“Creo que ahora efectivamente se está difundiendo. Han salido numerosos estudios. Creo que se le está conociendo más en todas sus dimensiones. Su obra está circulando más. Su obra ensayística, porque ella fue una tremenda ensayista. Yo creo que toda esa complejidad de lo que era está apareciendo más. Y creo que es muy bueno, muy importante que eso así ocurra”.




