Necrológicas

La historia de Robert Jara, un operador de grúa que trabaja a 40 metros de altura

Lunes 14 de Julio del 2025

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Nadie que pasaba ese domingo por calle Chiloé, entre Waldo Seguel y Fagnano, quedaba indiferente al observar la grúa torre de color rojo, de 40 metros de altura, que se montó en los terrenos de la excárcel de Punta Arenas, donde se construye la Biblioteca Pública y el Archivo Regional de Magallanes.

Las obras las ejecuta el Consorcio Constructora de Vicente y Flesan, con una inversión de 34 mil millones de pesos. Y a medida que pasan los días se aprecian los avances.

Por el lado de Chiloé se realizaron excavaciones profundas, asociadas a lo que serán las fundaciones y refuerzos estructurales. 

Y ahora llegó el momento de la instalación de la grúa torre, con el objetivo de realizar trabajos de elevación y traslado de materiales entre las distintas áreas y edificios que considera la obra. Además apoyará las faenas de retiro de tierra de la excavación masiva que se ejecuta en uno de los edificios para la ejecución de los dos niveles subterráneos, a menos 12 metros de profundidad.

El hombre de la grúa

Los ejecutantes del proyecto contrataron los servicios de la empresa M-10, “orientada a entregar los mejores niveles de servicio hacia nuestros clientes, con soluciones de apoyo de la más alta calidad, a través de un alto grado de compromiso y cumplimiento. Nuestro objetivo constante es brindar un servicio de excelencia”, según reza su página web.

De la mano de la grúa torre llegó hace un par de días a Punta Arenas Robert Jara Bello, el operario a cargo de maniobrarla.

Mientras casi todos desarrollamos labores con los pies muy puestos en la tierra, él lo hace a 40 metros de altura. Obviamente que tiene una visión muy privilegiada, en este caso del sector céntrico de Punta Arenas. En sus cinco años que lleva en estas faenas ha trabajado en muchísimas obras.

Viene de Santiago y su estadía en Magallanes podría extenderse por un  año, conforme al avance del proyecto.

“Es bien peligroso”, reconoce, al hablar de la operación que realiza en cada jornada desde la cabina donde pasa sus ocho horas diarias. Un habitáculo de 2,5 metros de altura y de 1,7 de ancho.

Es requisito fundamental estar con los cinco sentidos muy bien puestos para elevar carga.

Trabaja muy de la mano con el “rigger”, un profesional especializado en la manipulación de cargas pesadas, especialmente en operaciones de izaje con grúas.

“Con él estoy en comunicación por radio en todo momento. El hace los enganches de la carga, ya sean de los moldajes para los carpinteros o toneladas de fierro para los enfierradores, de forma segura para tener un buen izaje en el aire”.

Admite que “acá el viento es demasiado fuerte, con más de 40 km se hace complejo izar las cargas”.

“No me da miedo”

“Uno está acostumbrado a la altura y los movimientos pendulares que se generan con la grúa torre. No me da miedo. El mismo viento mueve la pluma. Arriba hay que ser muy fino con los movimientos de la grúa”.

Robert admitió que cumple jornada laboral como todos, con hora de colación. Y que si tiene que ir al baño pide permiso y baja, sin problemas.

Lo que sí hace ver es que “tiene que gustarle mucho a uno esto y no cualquiera lo puede hacer. Entran a batallar varios factores, como lo sicológico y la salud”.

Por eso previamente deben hacerse pruebas y chequeos médicos rigurosos. “De partida uno no puede sufrir vértigo y menos subidas de presión”, expresó Jara a La Prensa Austral, quien en un mes cumplirá 36 años de edad.

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