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Carlos Escaffi promete reactivación económica, seguridad y fin a la “maldita permisología” en eventual candidatura presidencial

Miércoles 16 de Julio del 2025

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Se apoda el “Cisne Negro”, en alusión a una teoría desarrollada por Nassim Taleb, profesor universitario de origen libanés, que explica los errores estadísticos o factores no previstos -como la llegada de internet o la pandemia del Covid-19- a partir de una analogía sobre la presencia de un cisne negro en un lago donde había sólo cisnes blancos. Carlos Escaffi Rubio se siente como ese cisne negro en la política nacional. No proviene del mundo empresarial ni político, sino que es un chileno de a pie que sueña con llegar a La Moneda.

Con dinero de su propio bolsillo, recorre el país hablando sobre su propuesta de país. Informa de sus andanzas a través de TikTok y conversa con la gente en las plazas de las distintas ciudades. A estos encuentros los denomina “viajes de fe”. Hace un par de semanas visitó Magallanes y se encuentra en pleno proceso de recolección de firmas. No quiso precisar cuántas lleva, pero afirmó que a mediados de agosto alcanzará más de 38 mil.

Es originario de Valparaíso, específicamente del cerro Ramaditas de la ciudad puerto. Fue criado por su abuelo, quien era comerciante de “papa, ajo y cebolla”, relata Escaffi en conversación con La Prensa Austral. “Él me enseñó que, para abrirse camino en la vida, había que sacarse la cresta”, cuenta.

Con 19 años y un hijo a cuestas, ingresó como auxiliar a trabajar en la Embajada de Chile en Perú. Desde allí, la meritocracia hizo lo suyo y, tras estudiar, llegó a ser encargado de Asuntos Económicos y Comerciales de Chile en ese país. Hace más de una década renunció a la diplomacia y formó una agencia de internacionalización, con la que promueve exportaciones en Perú y México. También se desempeña como analista internacional para varios medios nacionales e internacionales.

Ordenar la casa

Ese es su lema de campaña. Para él, antes de hablar de reformas, hay que arreglar la situación macroeconómica chilena y levantar un proyecto común de país que deje atrás las divisiones ideológicas del pasado. “No voy a tener ningún complejo en tener una ministra del Partido Comunista y un ministro de la Udi”, asegura.

“Mi proyecto es muy simple: basta de los mismos de siempre, porque el daño que nos genera la polarización y el divisionismo de derecha e izquierda no nos permite avanzar ni tener, vuelvo a insistir, un proyecto país común. Quiero que por cuatro años sólo tengamos los colores de la bandera”, sostiene.

Seguridad, reactivación económica, lucha contra la corrupción y establecer estándares de calidad en servicios sociales como educación, salud y pensiones son las prioridades que delinea en su programa de gobierno, en caso de llegar a ser candidato. “Son prioridades pragmáticas”, recalca.

“Erradicaré la maldita permisología”, es una de sus principales propuestas en materia económica. Afirma que lo logrará con voluntad política y entregando certezas jurídicas. Otra de sus ideas es promover polos de inversión con tributación diferenciada. “Soy un convencido de que debemos comenzar a exportar servicios”, agrega.

Otro punto clave en su idea de “ordenar la casa” es la seguridad, donde contempla la militarización de las fronteras, el endurecimiento de penas para reincidentes, la expulsión de migrantes en situación irregular y la construcción de cárceles de alta seguridad en zonas inhóspitas del país.

“Resguardo fronterizo”

Entre las medidas, destaca la creación de una especialidad de “resguardo fronterizo” para reclutas del servicio militar, con el objetivo de aumentar la presencia en pasos fronterizos con Perú y Bolivia. “No podemos seguir pensando que Carabineros cubrirá 800 kilómetros de frontera; es impensable”, afirmó. Los reclutas tendrían un rol disuasivo y, en caso de detener a personas que vulneren la soberanía, estas serían entregadas a Carabineros.

En materia judicial, propone que los jueces que liberen reincidentes y que si estos vuelvan a delinquir reciban un demérito en su hoja de vida profesional, para terminar con la llamada “puerta giratoria”. También plantea un plan de construcción de cárceles de alta seguridad en lugares de difícil acceso, priorizando la seguridad sobre la comodidad de los reclusos.

Respecto de la migración, reiteró que habrá procesos de expulsión para quienes no regularicen su situación y hayan delinquido. Para quienes no puedan ser expulsados, como en el caso de ciudadanos venezolanos, deberán cumplir condena en Chile. “El Estado de derecho tiene que sentirse”, enfatizó.

Finalmente, sostuvo que, si la sociedad exige endurecer penas extremas, respaldará la medida mediante una consulta pública, pues considera fundamental “escuchar el clamor ciudadano con los mecanismos democráticos establecidos”.

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