Magallanes ante el desafío de contener el narcotráfico

El reciente operativo conjunto entre el OS-7 de Carabineros y la Fiscalía Regional, que culminó con la detención de ocho personas -cuatro chilenos y cuatro colombianos- vinculadas a un clan familiar dedicado al tráfico de drogas, representa un golpe a una organización criminal y una señal clara de que Magallanes no es inmune a los tentáculos del narcotráfico ni a la expansión de economías ilícitas que afectan gravemente la seguridad y el tejido social del país.

Este caso, investigado durante seis meses bajo coordinación del Sistema de Análisis Criminal y Foco Investigativo (Sacfi), permitió desarticular una estructura delictiva que operaba bajo la fachada de una “mipyme” del narcotráfico. El grupo distribuía marihuana y cocaína mediante delivery, con transferencias bancarias y logística propia, lo que evidencia un alto nivel de organización. La fiscalía incluso advirtió intenciones de adquirir armamento para el control territorial, lo que nos enfrenta al riesgo real de que se instalen dinámicas de crimen organizado similares a las que afectan a otras regiones de Chile.

Esta revelación no puede ser subestimada. No se trataba sólo de traficar drogas, sino de consolidar un modelo de operación propio del crimen organizado: armas no solo para protección personal, sino como herramienta de intimidación, control y expansión territorial. Este componente agrega un nuevo nivel de peligrosidad al caso y sitúa a Magallanes en un punto de inflexión. La tenencia de armas por parte de bandas delictuales transforma la convivencia en los barrios, pone en riesgo la vida de inocentes y desafía directamente al Estado de Derecho.

Este antecedente debe encender las alarmas en la Delegación Presidencial Regional y en la Seremi de Seguridad Pública. No estamos frente a un delito común, sino ante la posible instalación de una lógica delictual con códigos y prácticas que muchos pensaban ajenas a nuestra realidad. Creíamos que el control territorial armado era una problemática del norte del país, de ciertos barrios de Santiago o, incluso, un tema propio de series televisivas. Hoy sabemos que no es ficción, y que Magallanes -lejos de estar blindada- necesita respuestas concretas, integradas y urgentes para evitar que este tipo de estructuras se consoliden y avancen con impunidad. Aún exiten la oportunidad de contener esta amenaza, pero el tiempo para actuar se acorta.

En este escenario, urge fortalecer los mecanismos de inteligencia, investigación y trabajo interinstitucional. La amenaza no sólo exige presencia policial, sino también acción temprana desde el Estado: políticas de prevención, control financiero, educación y recuperación de espacios sociales. Magallanes todavía puede resistir el avance de estas redes si existe una respuesta firme, decidida y sostenida desde todos los niveles de autoridad. No basta con celebrar los éxitos policiales si no existe una estrategia regional que reconozca que el narcotráfico ha dejado de ser un problema lejano. Ya está aquí.