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Tocora y Tococo

Por Diego Benavente Viernes 18 de Julio del 2025

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Que la política nacional tenga giros inesperados no sorprende a nadie, pero aún así logró dejar a muchos boquiabiertos el triunfo de Jeannette Jara en la primaria presidencial del oficialismo. Un resultado que, a pesar de una baja participación -apenas rozando el millón y medio de votos, menos del 9% del padrón-, fue lo suficientemente contundente como para alterar el mapa político. El 60,5% obtenido por la candidata del Partido Comunista (PC) no sólo revivió a un progresismo que ya se preparaba para una retirada digna, sino que también cambió de un plumazo las proyecciones de analistas y opinólogos que, hasta hace semanas, daban por ganada la primaria por la derecha.

En política, el oportunismo suele ir más rápido que la coherencia. Algunos sectores progresistas, que ya escribían columnas justificando un “aterrizaje forzoso” hacia Matthei, como mal menor frente al avance del ultraderechismo, se vieron obligados a realizar una voltereta que ni los más talentosos trapecistas podrían igualar. De pronto, donde había resignación, apareció entusiasmo; donde se hablaba de “madurez institucional”, volvió a hablarse de “transformación”. Y ahí está, Jeannette Jara, la comunista, al frente de una candidatura que para muchos parecía apenas un gesto simbólico.

Pero el símbolo pesa. Y mucho. La irrupción de una candidata comunista con posibilidades reales no sólo genera expectativa en su sector, también reactiva temores, fobias y discursos añejos, que dormían al fondo de los cajones del anticomunismo criollo. En menos de una semana, han vuelto a circular conceptos que parecían fósiles históricos: la Ley Maldita de la era de González Videla, el artículo 8 de la Constitución de Pinochet, el viejo y siempre útil fantasma del “comunismo totalitario”. El péndulo ideológico se ha activado.

De ahí renace la vieja lógica del TOCORA: Todos Contra los Radicales, la fórmula con la que se marginó al partido radical cuando este osó extender demasiado los márgenes del consenso en los años cuarenta. En aquellos años, el miedo al “desborde” llevó a unir a sectores tan diversos como contradictorios, solo para detener el avance de una fuerza que, desde el centro-izquierda, pedía reformas más profundas. Hoy, la historia parece repetir su música con otra letra: TOCOCO -Todos Contra los Comunistas- amenaza con volverse el nuevo mantra de quienes ven en Jara no una rival política, sino una amenaza existencial.

Porque el anticomunismo no necesita argumentos sofisticados. Le basta con agitar los fantasmas del pasado, evocar Cuba, Venezuela y Corea del Norte en una sola oración, y luego dejar que el miedo haga su trabajo. Por eso el riesgo de la candidatura de Jara no es solo su debilidad electoral inicial, sino el clima que puede levantar su mera existencia en la papeleta. Ya se escuchan voces que llaman a “cerrar filas”, a “detener la deriva ideológica”, a “salvar la democracia” de los extremos, aunque el extremo que más temen es uno que jamás ha gobernado en solitario.

Puede que la primaria no haya convocado a las masas, pero sí movió placas tectónicas. El progresismo, que parecía resignado a un nuevo ciclo de defensa tibia, tiene ahora una opción real de disputar el sentido del presente. 

Jeannette Jara no sólo ganó una primaria. Desempolvó la historia, obligó a algunos a bajarse del pedestal de la neutralidad, y recordó que en política, no todo es cálculo. A veces, también hay que decidir en qué lado de la historia se quiere estar. Aunque el viento sople fuerte y los fantasmas salgan a pasear.

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