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Fortalecer el voto: un deber a la patria y a nuestra democracia

Domingo 20 de Julio del 2025

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Mucho se ha escrito y dicho estas semanas luego del debate en la Cámara de Diputados sobre el voto obligatorio, las sanciones por no concurrir a sufragar y la posición del gobierno, alineado a los partidos de izquierda, que -con calculadora en mano-  se resisten a la idea que los extranjeros honestos, aun cuando puedan llevar décadas viviendo y totalmente avecindados, puedan participar políticamente en el país que eligieron venir a vivir, tal como quizás lo hicieron nuestros antepasados en este alejado rincón del mundo: “… fértil reflejo del esfuerzo acumulado entre la escarcha y la nieve, entre la lluvia y el viento”, como reza hermosamente la “Oración por Magallanes..”, del Taller Alturas. 

En ese contexto, es necesario recapitular la importancia de este deber. Especialmente, porque lo que está realmente en juego es si queremos fortalecer nuestra democracia y la legitimidad de las decisiones que toman las autoridades electas. Por esto, debemos permitir que este tema no sea manoseado por la conveniencia, o no, de una elección que se aproxima o porque a un grupo o sector político ahora no le es conveniente. Solo recordar que este gobierno presentó al menos 3 indicaciones para imponer restricciones al voto extranjero. Los mismos que hace menos de 5 años concurrieron como coalición al Tribunal Constitucional argumentando que “limitar el sufragio migrante vulneraba la igualdad ante la ley”. De hecho, el mismo senador frenteamplista Latorre llamaba a sus colegas (en la discusión de esa reforma) a “generar una cultura de la hospitalidad, y a tratar a los migrantes como nos gustaría que los chilenos fueran tratados en el extranjero”. 

Sin embargo, hoy vemos como esa “hospitalidad” se diluyó en poco tiempo y hoy se afirma de manera conveniente a los cálculos electorales del momento, que “en ninguna parte del mundo los extranjeros definen quién es el Presidente”. Manifestándose ese relato del oficialismo en argumentos contorsionistas, propios del “Circo Du Solei”, y acciones que obstruyen la discusión del proyecto. Empujándonos a la irresponsabilidad de no poder definir cómo serán las multas por no votar, aún cuando faltan  menos cuatro meses para las próximas elecciones. Esto habla -por sí solo-  de lo mal que las fuerzas de izquierda están entendiendo (o simplemente ignorando) la importancia de dotarnos de un sistema político fuerte, con reglas claras. Por el contrario, vemos más bien improvisación a medio andar y “según como nos va”.

Sufragio de los inmigrantes 

Más allá de la obligación de sufragar y las sanciones que se están discutiendo, esto tiene su historia. Antes de la Constitución de 1980, los extranjeros que no estaban nacionalizados podían participar en votaciones locales. Luego, durante su redacción, se discutió en las comisiones este punto para ampliar el sufragio de los extranjeros a otras elecciones bajo el argumento de un “reconocimiento a inmigrantes europeos” que llevaban décadas viviendo en el país, sin nacionalizarse aún para no perder su legítimo vínculo con su país natal. Siendo el “hondo arraigo” en la vida del país el elemento determinante para que un extranjero pudiera votar. Lo que se tradujo finalmente en el requisito de 5 años de avecindamiento para acceder a ello, sin dejar claro si quedaba como voluntario o obligatorio. Lo que quedaría a posterior a manos del legislador.    

Esto último es abiertamente debatible, porque legítimamente podemos discutir cuánto tiempo es deseable que una persona extranjera, honesta y sin antecedentes debe estar avecindada en Chile para que pueda votar … sean 10, 20, 30 años etc. Pero, lo que no podemos discutir es que, una vez reconocido este derecho y los requisitos para ejercerlo, debe ser obligatorio hacerlo y punto, tal como para cualquier ciudadano que tiene derecho a sufragio. El voto es un deber y, si no se cumplen o hacen cumplir las leyes, deben haber sanciones ejemplares.  

Ya experimentamos en el año 2009 con cambiar el estatus del voto de obligatorio a voluntario y fue un rotundo fracaso. Terminó deslegitimando a las autoridades electas y sus decisiones, se fragmentó la voluntad soberana y debilitó gravemente nuestra democracia. Es cosa de ver sólo lo que pasó en segunda vuelta entre Kast y Boric, en el 2021, donde solo votó un 55,6% de las personas inscritas. 

Propuesta: Certificado 

de votante al día

El voto obligatorio sin sanciones es, en la práctica, simbólico. No nos podemos conformar con esto, especialmente si se intenta restarle importancia imponiendo multas bajas y cobros que son difícil de realizar. Debemos darle un valor agregado, educar y promover su importancia a las futuras generaciones, siempre con el fin de fortalecer nuestra convivencia y respaldar la toma de decisiones de las autoridades electas. Entendiendo que los datos muestran que las mejores democracias tambien son aquellas que alcanzan el mejor desarrollo humano y que para alcanzar dicho éxito es importante contar con instituciones de calidad, empezando por nuestro sistema político. Lo que hoy está muy deslegitimado por la ciudadanía. 

Por lo mismo, he propuesto avanzar y destacar la importancia de tener un “Certificado de votante al dia”, que pudiera reconocer la participación democrática a quienes votaron en las últimas elecciones, permitiendo incluso que pueda ser asociado al acceso y preferencia a tramites y beneficios estatales (o en el sector privado). Tal como en su momento lo hizo el “Certificado de Situación Militar al Día”, que reconocía el valor de servir a la patria.

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