El hambre y el Nobel

El hambre no es un fenómeno nuevo en el mundo, en especial en Medio Oriente. La falta de lluvia que ha mermado históricamente la producción de alimentos en todas partes, se ha ensañado en el rincón del Mediterráneo habitado por los palestinos. Cuando los romanos sitiaron Jerusalén tres décadas después de la crucifixión de Jesús, el historiador Flavio Josefo consignó en su relato el caso escalofriante de una madre que cocinó a su propio hijo.

Según Josefo, más de un millón de personas murieron durante dicho asedio. La mayoría eran judíos. Tito, que encabezó las fuerzas romanas, se negó a aceptar una corona de la victoria decretada por el Senado, porque “no hay mérito en derrotar un pueblo abandonado por su propio Dios”.

La abrumadora paradoja es que dos mil años después la historia se está repitiendo pero con un cambio fundamental en los protagonistas: hoy, en Gaza, el hambre azota a una población inerme, en especial a los niños. En una declaración conjunta 111 organizaciones humanitarias internacionales pidieron a Israel la semana pasada que restablezca el flujo de alimentos, agua potable y suministros médicos a Gaza y acuerde un alto el fuego. El diagnóstico es desolador: “Los palestinos están atrapados en un ciclo de esperanza y angustia, esperando asistencia y alto el fuego, sólo para despertar al empeoramiento de las condiciones”.

En la declaración se hace notar, además, que se está poniendo en peligro las vidas de médicos y trabajadores humanitarios.

Esta etapa del conflicto comenzó en una fecha precisa: el sábado 7 de octubre de 2023 cuando Hamas, el grupo islamista que controla Gaza y ha estado enfrentado a Israel desde su fundación, lanzó la operación “Tormenta de al-Aqsa”. Aseguró haber “atacado posiciones enemigas, aeropuertos y bases militares con 5.000 cohetes”. Muhammad Al-Deif, comandante militar de Hamas, hizo también un llamado a un levantamiento general contra Israel en un mensaje grabado.

La operación no tuvo el éxito esperado. Pero desató una guerra virtual con un costo incalculable. Por una parte todavía no concluye la devolución de los rehenes capturados por Hamas y, por otra, la represalia de Israel ha significado la muerte de 60 mil personas. A ello se suma ahora el temor al hambre y sus consecuencias.

El régimen de Benjamín Netanyahu ha sido implacable. Diversos análisis sugieren que la dureza de su postura le ha ayudado a conservar el poder. Pero no cabe duda de que el cambio del ocupante de la Casa Blanca le dio además renovadas fuerzas.

Tras el ataque de Hamas, siguiendo la tradición política y diplomática de su país, el Presidente Joe Biden entregó su respaldo explícito a Israel. Pero tras la asunción de Donald Trump, ese apoyo se convirtió en una carta blanca conforme la cual todo parece estar permitido. 

Trump ha propuesto diversas soluciones, incluyendo la de convertir Gaza en un balneario de lujo, como la Riviera en Francia. El 4 de febrero de este año dio a conocer su plan durante una conferencia de prensa conjunta en la Sala Este de la Casa Blanca, junto al primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu. El plan propone la reubicación de una porción significativa de la población palestina de Gaza hacia Egipto, Jordania y otros países.

No es, por cierto el único acuerdo entre ambos Jefes de Estado. Los halagos llegaron al punto en que Netanyahu, en una cena en Washington, le entregó a Trump una copia de la postulación oficial de Trump para el Nobel de la Paz.