Del pacto de 1291 a los vientos de Magallanes: 734 años de la Confederación Helvética
Niní Ojeda Dey
Presidenta Circulo Suizo Magallanes
Hoy conmemoramos los 734 años de la fundación de la Confederación Helvética, un aniversario que no sólo celebra la historia de un país, sino también el legado que sus hijos dejaron en tierras lejanas como las nuestras, aquí en la Región de Magallanes.
Fue un 1 de agosto de 1291 cuando tres cantones —Uri, Schwyz y Unterwalden— sellaron un pacto de ayuda mutua, en defensa de su libertad, su autonomía y su territorio. Así nació lo que con el tiempo se convertiría en la nación suiza: un país pequeño en extensión, pero inmenso en valores, como la neutralidad, la democracia directa, el respeto a la diversidad cultural y lingüística, y el compromiso con la paz y la comunidad.
Suiza es una tierra de montañas, de lagos cristalinos y relojes precisos, pero también de trabajo silencioso, de profunda organización y de amor por las tradiciones. El civismo, la honestidad, el esfuerzo colectivo y la convivencia armónica entre distintos idiomas y culturas son parte esencial de su identidad.
Pero esta historia, aunque geográficamente lejana, nos toca de cerca. Porque fueron esos mismos valores los que trajeron consigo los colonos suizos que llegaron a Magallanes, dejando atrás sus valles alpinos para comenzar una nueva vida en esta tierra de viento y horizontes infinitos. Vinieron con sus saberes, sus costumbres, su idioma y su esperanza.
Se instalaron, formaron familias, trabajaron la tierra, fundaron instituciones, levantaron escuelas, sembraron oficios y enseñaron con el ejemplo. No buscaron cambiar lo que aquí había, sino aportar con lo suyo, integrándose con respeto y construyendo comunidad. Suiza quedó lejos, pero sus raíces encontraron un nuevo suelo fértil donde crecer: el sur austral de Chile.
Hoy, muchas generaciones después, seguimos reconociendo en sus descendientes esa misma impronta: la del compromiso con el bien común, la del amor por el detalle bien hecho, la del respeto a la palabra dada. Esas huellas profundas no solo están en los apellidos o en las tradiciones familiares, sino en el modo de ser, de mirar y de actuar.
Por eso, esta conmemoración no es sólo un homenaje a una fecha histórica, sino también una oportunidad para celebrar nuestra identidad compartida, para renovar el orgullo de nuestras raíces y para agradecer el legado de quienes cruzaron mares y cordilleras con la esperanza de una vida mejor… y la construyeron con firmeza y amor.
¡Feliz aniversario a la Confederación Helvética!




