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Descentralizar para crecer: el clamor de las regiones

Por La Prensa Austral Domingo 10 de Agosto del 2025

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La Declaración de Concepción 2025, emanada de la Cumbre de las Regiones y respaldada por los 16 gobernadores regionales junto a parlamentarios, asociaciones municipales, universidades y sociedad civil, marca un hito político que Santiago no debería minimizar. En su núcleo está la demanda de eliminar la figura del delegado presidencial regional, un cargo que -como bien se señala- es un resabio del centralismo, duplica funciones y confunde liderazgos. Si las regiones eligen democráticamente a su máxima autoridad, ¿qué sentido tiene mantener un representante del Ejecutivo con atribuciones que interfieren en la administración local?

La propuesta es clara: sustituir al delegado por un enlace con funciones limitadas, dejando en manos del gobernador la conducción real de la región. Un liderazgo único evitaría conflictos de competencias, acortaría la burocracia y fortalecería la gobernabilidad territorial.

Que este año esta petición haya estado como uno de los puntos centrales de la referida declaración, evidencia, además, uno de los compromisos de campaña del actual Presidente de la República, un hombre de regiones que debió haber entendido mejor la problemática de los liderazgos y del necesario fortalecimiento de las autoridades legítimamente elegidas por los habitantes de las regiones.

Pero la declaración va más allá. Plantea que la descentralización solo será efectiva si se logra una coordinación real entre ministerios, seremis y gobiernos regionales, con gabinetes encabezados por cada gobernador y planes regionales de cumplimiento obligatorio. Propone además reforzar a los Consejos Regionales como contrapeso democrático, entregar más atribuciones y recursos a los municipios y abrir espacios de participación ciudadana vinculante, desde cabildos hasta presupuestos participativos.

También se mira el largo plazo: un desarrollo territorial equilibrado que aproveche el conocimiento de universidades regionales, diversifique la economía y evite la fuga de jóvenes hacia la capital. El mensaje es inequívoco: nacer en Magallanes, Arica o Valparaíso debe significar las mismas oportunidades que en Santiago.

Para zonas extremas como Magallanes, estas demandas no son un eslogan: son la diferencia entre un territorio dependiente de decisiones a miles de kilómetros o uno capaz de diseñar e implementar su propio futuro. En la región más austral, donde las distancias, la logística y el clima imponen desafíos únicos, la concentración de poder en el centro del país ha sido un obstáculo histórico.

La Declaración de Concepción no es una carta al Viejito Pascuero: es un plan político y administrativo que, si se toma en serio, podría corregir décadas de inequidad territorial. La pregunta es si el Ejecutivo y el Congreso tendrán la voluntad -y el coraje- de responder al llamado. Porque, como advirtieron en la cumbre, Chile será descentralizado o no será desarrollado.

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