Zona Franca, un espacio de desarrollo industrial y de formación de estudiante
Ricardo Oyarzo Cárcamo
Miembro del Directorio
Centro de Formación
Técnica de Magallanes
Próxima a cumplir 50 años de historia, la Zona Franca de Punta Arenas inicia sus actividades en el año 1977, con el objeto de ser un pilar en el desarrollo económico de nuestro territorio austral.
En este contexto, y con el paso de los años, se ha transformado en la plataforma de negocios más importante de la Patagonia chilena y argentina, con cifras que, tomando el primer semestre del año 2025, superan los 5 millones de visitantes, y donde se alcanzaron ventas totales por sobre los 230 mil millones de pesos.
Esto demuestra la vocación de centro comercial o de mall que ha desarrollado Zona Franca a lo largo de su historia, cuestión que no impide que pueda expandirse a explorar otros ámbitos, que vengan a aportar en áreas distintas en el desarrollo de nuestra región, o, dicho de otra forma, mirar el entorno fuera de lo que tradicionalmente hemos hecho.
En este sentido, hay una faceta de la que poco se habla sobre las normas que regulan el recinto franco, y donde en el actual escenario de expectativas industriales que se presentan en la región, puede ser una oportunidad para complementar el modelo de desarrollo de la Zona Franca de Magallanes, con las nuevas inversiones en energías renovables que se anuncian en la futura industria del hidrogeno verde en la región.
Y es que DFL 2, del Ministerio de Hacienda, sobre zonas francas, contempla entre sus disposiciones no sólo el comercio de mercancías, sino que además la posibilidad de ser un espacio de desarrollo de la industria de la región, dice la norma, “podrán realizarse también otros procesos tales como: armaduría, ensamblado, montaje, terminado, integración, manufacturación o transformación industrial”, esto si bien no ha sido desarrollado con plenitud en nuestra Zona Franca local, nada impide que se trabaje en ajustar el modelo de negocios, con el objeto que podamos contar con un área dedicada a la industria dentro del recinto franco, que vaya de la mano con el desarrollo de la tecnología que vendrá junto a la futura industria del Hidrogeno verde. En esta idea, donde la zona franca se involucra con fuerza en la industria local, ya existen proyectos en marcha en otros lugares de Chile, como, por ejemplo, el enfoque en la industria acuícola y pesquera, que se pretende dar en la Región de Aysén.
Y es en este punto donde existe una oportunidad para los estudiantes y profesionales de nuestra región, y esto debido a que las instalaciones de nuestra Zona Franca de Punta Arenas, están situadas entre medio de dos de los centros de formación más grandes de la región, como lo son la Universidad de Magallanes e Inacap, cuestión que proporciona un ecosistema ideal para que, junto con el desarrollo de tecnología para la industria al interior del recinto franco, nuestros estudiantes tengan la oportunidad de adquirir transferencia de conocimiento, al visitar estas instalaciones, realizar prácticas dentro de ellas, presentar proyectos vinculados a la industria, y una serie de otras actividades posibles en un entorno virtuoso como pudiese ser este espacio de desarrollo de conocimiento al interior de Zona Franca, donde todos los actores vinculados pueden crecer, por un lado Zona Franca al desarrollar otro polo de inversión, la industria del H2V al vincularse con la comunidad utilizando las franquicias tributarias disponibles en el territorio, pero principalmente nuestros estudiantes , tanto de las universidades cercanas, como también, de lo otros centros de formación del territorio como lo es el CFT de Magallanes, que además se encuentra realizando esfuerzos constantes en ser un aporte en la capacitación de los jóvenes de nuestra región, iniciando actualmente un proceso de expansión desde Tierra del Fuego hacia Punta Arenas y Puerto Natales.
Estas condiciones proporcionan un escenario ideal para buscar desarrollo económico de manera distinta, donde aparte de las ganancias legitimas que busca cada inversión, también se produzca un beneficio directo en la comunidad con la formación de capital humano local, que luego pueda asumir los nuevos desafíos que siempre trae este tipo de cambios, y que mejore las condiciones económicas de ellos y sus familias, por medio de la formación avanzada en las labores de una futura industria, que en el ámbito de transferencia de conocimiento pudiese entregar a nuestros jóvenes formación en tecnologías y formas de trabajo que les abran diversas posibilidades de desarrollo.




