Tras las huellas de los primeros habitantes: arqueólogo revela cómo sobrevivieron los grupos humanos en Magallanes hace miles de años
Los primeros habitantes de la Región de Magallanes desarrollaron sofisticadas estrategias de supervivencia en uno de los ambientes más desafiantes del planeta, aprovechando recursos terrestres y marinos con tecnologías especializadas que les permitieron prosperar durante milenios. Así lo revelan las investigaciones del arqueólogo Víctor Sierpe, de la Universidad de Magallanes, quien ha documentado evidencias de ocupación humana en sitios que van desde la Sierra de Baguales hasta las costas del estrecho de Magallanes.
Su trabajo, desarrollado en los últimos años y publicado en el repositorio Arca de Umag, proporciona una ventana única hacia la vida de estos grupos humanos que habitaron el territorio fuego-patagónico durante los últimos miles de años, enfrentando cambios climáticos y adaptándose a ecosistemas diversos con notable ingenio tecnológico.
Sierra de Baguales: un laboratorio arqueológico
El foco principal de las investigaciones de Sierpe se concentra en la Sierra de Baguales, una formación montañosa ubicada al noreste de la provincia de Última Esperanza que constituye una frontera natural entre Chile y Argentina. Esta zona, situada a la altura del Parque Nacional Torres del Paine pero hacia el este, cerca del cerro Guido, había permanecido poco estudiada arqueológicamente hasta que el equipo de Sierpe inició un proyecto sistemático en 2020.
“Logramos distinguir varios puntos importantes donde sociedades prehistóricas se habían establecido, habían desarrollado tecnología lítica o de piedra, también tecnología sobre hueso”, explica el investigador, quien trabajó con un equipo multidisciplinario que incluye al antropólogo físico Cristóbal Palacio, la arqueóloga Constanza Recheta especializada en lítica, y la recién titulada arqueóloga Francisca Cravantes, entre otros colaboradores chilenos y argentinos.
Los hallazgos muestran evidencias de ocupación humana que se remontan a aproximadamente 3.000 años antes del presente, con variaciones cronológicas en diferentes sitios de la zona. Los restos arqueológicos revelan una especialización en el aprovechamiento del guanaco, animal que representaba el principal recurso de subsistencia en estos ecotonos interiores.
Tecnología y supervivencia en ambientes extremos
Una de las líneas de investigación más destacadas de Sierpe se centra en el procesamiento de fauna con fines alimenticios y tecnológicos, particularmente en el aprovechamiento de huesos para la fabricación de herramientas y armas. Esta tecnología ósea representa una adaptación crucial que permitió a estos grupos maximizar el uso de cada animal cazado.
“El estudio de estos elementos nos permitió saber qué fauna se consumía hace 3.000 años y cómo se beneficiaron de esta fauna, sobre todo en el aprovechamiento de estos animales y cómo los huesos fueron utilizados para la confección de herramientas y armas”, detalla el arqueólogo.
El trabajo también ha identificado la importancia de los lugares de aprovisionamiento de materias primas líticas en la zona. Mediante búsquedas sistemáticas en los altos de los ríos Baguales y Las Chinas, el equipo descubrió yacimientos donde se extraían y procesaban rocas de diferentes calidades y características, que luego eran trasladadas hacia los valles inferiores para su transformación en herramientas especializadas.
Diversidad de
adaptaciones regionales
Las investigaciones de Sierpe revelan una notable diversidad en las estrategias de subsistencia de los grupos humanos según el ambiente que habitaban. Los cazadores-recolectores terrestres del interior, como los documentados en Sierra de Baguales, se especializaron en el aprovechamiento de fauna terrestre, principalmente guanacos.
En contraste, los sitios costeros del estrecho de Magallanes, desde Punta Arenas hacia el sur cerca de Fuerte Bulnes, muestran evidencias de grupos con estrategias mixtas que aprovechaban tanto recursos terrestres como marinos. “Hablamos de dietas mixtas a diferencia de grupos humanos cazadores-recolectores marítimos que podían tener dieta netamente marítima en sectores de costa o en islas del archipiélago”, explica Sierpe.
Esta diversidad refleja la capacidad de adaptación de estos grupos a diferentes nichos ecológicos, desarrollando tecnologías y estrategias específicas para cada ambiente.
Colaboración internacional y perspectiva regional
El trabajo de Sierpe se desarrolla en estrecha colaboración con investigadores argentinos, reconociendo que los procesos culturales prehistóricos no respetaban las fronteras políticas actuales. Esta perspectiva binacional ha enriquecido significativamente la comprensión de los patrones de ocupación y movilidad de estos grupos.
Entre los colaboradores destacan la Dra. Fabiana Martin y el Dr. Luis Borrero, reconocido arqueólogo argentino, quienes han aportado perspectivas comparativas desde el lado argentino de la sierra. Esta colaboración ha permitido identificar similitudes en los patrones tecnológicos y de subsistencia a ambos lados de la frontera.
Patrimonio arqueológico
y conciencia pública
Sierpe enfatiza la importancia de que la ciudadanía comprenda el valor del patrimonio arqueológico regional. La región de Magallanes alberga sitios de importancia mundial como la Cueva del Milodón, pero también numerosos sitios menos conocidos que enriquecen la comprensión de la prehistoria regional.
“Mucha gente que visita el Parque Nacional Torres del Paine va a maravillarse con las Torres, pero también hay otras cosas ahí que pueden verse”, comenta el investigador, quien destaca la existencia de múltiples cuevas con evidencias arqueológicas y paleontológicas en sectores como el cerro Benítez y Lago Sofía.
El arqueólogo también menciona el Parque Nacional Pali Aike, un campo volcánico ubicado camino a Río Gallegos que alberga uno de los sitios más antiguos de asentamientos humanos en la región, estudiado desde los años 30 por Junius Bird y actualmente investigado por la arqueóloga Fabiana Martin.
Conservación y respeto del patrimonio
El conocimiento arqueológico genera mayor conciencia sobre la conservación del patrimonio cultural. Sierpe destaca cómo la educación sobre la antigüedad y significado de sitios como las manifestaciones de arte rupestre ha contribuido a generar mayor respeto por estos legados culturales.
“Cuando se genera un poco de conciencia, cuando se entiende de qué se trata la antigüedad, qué es lo que significaba, cómo eran producidos, eso genera mayor conciencia para que las personas que lo visiten puedan ir a maravillarse y presentar un cierto respeto a estos símbolos que son patrimonio cultural”, explica el investigador.
Difusión científica y publicaciones
Los resultados de estas investigaciones están disponibles en Arca, el repositorio institucional de Umag, como parte del compromiso con la divulgación científica. Sierpe también dirige la “Colección de Poblamiento Humano de Fuego-Patagonia”, una serie de libros que recopila tesis doctorales sobre arqueología regional de investigadores nacionales y extranjeros.
Esta colección, que ya cuenta con cinco números publicados, refleja la diversidad de estudios arqueológicos en diferentes puntos de la región con distintas perspectivas metodológicas, fortaleciendo el conocimiento sobre los procesos de poblamiento humano en el extremo austral de América.
Perspectivas futuras
El trabajo de Sierpe representa una contribución fundamental para comprender cómo los grupos humanos lograron adaptarse y prosperar en uno de los ambientes más desafiantes del planeta. Sus investigaciones no solo aportan conocimiento científico, sino que fortalecen la identidad regional y la valoración del patrimonio cultural magallánico.
La continuidad de estos estudios, en colaboración con equipos internacionales y con el apoyo de nuevas tecnologías, promete seguir revelando aspectos desconocidos de la vida de los primeros habitantes de Fuego-Patagonia, enriqueciendo la comprensión de la capacidad humana de adaptación a ambientes extremos.




