“Teléfono Negro 2”: llamada con cobro revertido
Por Guillermo Muñoz Mieres, periodista
Estados Unidos, 2025
Director: Scott Derrickson
Protagonistas: Mason Thames, Madeleine McGraw, Ethan Hawke
En salas de cine de Punta Arenas y Natales
Tras el éxito de Teléfono Negro, aquella memorable película sobre un adolescente víctima de bullying en el colegio que termina enfrentando a un asesino serial gracias a la ayuda sobrenatural de sus anteriores víctimas, era inevitable pensar en una secuela.
Porque aquel relato estaba muy bien narrado y conjugaba todos los ingredientes en dosis precisas, mezclando thriller y terror con drama, para concluir en un final heroico que ya quisiera cualquier estudiante de liceo.
La historia, escrita por Joe Hill —seudónimo del hijo de Stephen King—, transcurre en la década de los 70 y es un reflejo de lo que ocurría en Estados Unidos: un presidente había renunciado, la guerra de Vietnam dejaba una cicatriz colectiva, y el futuro se veía tan oscuro como el color del teléfono que protagoniza la película.
Ahora, el relato se traslada a inicios de los 80. Finney, ya consagrado como héroe del colegio, debe abatir a golpes a quien lo desafía y, para pasar el mal rato, fuma marihuana en sus momentos de soledad. A su lado siempre está su hermana Gwen, que alucina con ir a un concierto de Duran Duran, lo protege, pero no está en paz. Porque, aunque el gran peligro ya pasó, las pesadillas vuelven. Ahora son imágenes de niños en una zona de camping donde corren felices, pero segundos más tarde sus rostros se vuelven espectrales y parecen pedir ayuda.
Entonces, ambos hermanos, junto a un compañero del colegio, se trasladan hasta el lugar, y lo que encuentran es que allí, alguna vez, desaparecieron varios niños de los que nunca más se supo. Lo peor de todo es que El Raptor reaparece en las pesadillas de Gwen, y con doble poder: además de atacar desde el interior, ahora es invisible ante los ojos del común de los mortales.
Teléfono Negro 2 es una secuela en todo el sentido del término, y para entenderla hay que estar conectado con el relato original. El director busca volverla más ambigua, otorgándole una atmósfera visual donde las pesadillas adquieren un tono poroso en la imagen, casi como de video experimental. Gwen asume el protagonismo del relato, y su rostro —por presencia y corte de pelo— recuerda al de la actriz Winona Ryder.
Teléfono Negro 2 es inferior a su antecesora: el relato no fluye, parece algo forzado y recurre a giros y clichés —mensajes cristianos incluidos— que parecen más bien rellenar los vacíos del guion que aportar originalidad.
Lo más rescatable es el regreso del elenco de la primera película y ese efecto visual que solo el cine puede ilustrar: gente muerta que habla desde el exterior de una surrealista cabina telefónica en medio de la nieve, y que únicamente los espectadores pueden observar.
El resto es reciclaje de otras películas: desde los títulos que remiten a Los 7 pecados capitales (1995), la batalla campal entre realidad y sueños que recuerda los ataques de Freddy Krueger en Pesadilla (1984), hasta un enfrentamiento en medio de la nieve que —no sería extraño— provenga de El resplandor (1980), aquel antológico filme de Stanley Kubrick cuya secuela, Doctor Sueño (2019), dirigió el propio Scott Derrickson casi 40 años después.
Lo demás es predecible y avanza rasguñando y machucando sin dañar a nadie. Lo que no significa que haya que dejar una estela de muertos para que las películas cobren valor. Al contrario: solo se les pide que no caigan en lugares comunes, que avancen con pocas transacciones y, ojalá, sorprendan.
No es el caso de Teléfono Negro 2 que, al sonar el teléfono, quizás hubiera sido más conveniente no contestar.
Si más adelante se hace otra secuela de la película —y es con celular—, mejor pensar que es spam.




