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El Presidente Boric nunca vino a las Jornadas

Domingo 26 de Octubre del 2025

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Silvia Leiva
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Hay ausencias que pesan más que cualquier discurso. Y la del Presidente -magallánico, para mayor ironía- se ha vuelto imposible de pasar por alto. En todos estos años de gobierno no ha llegado ni una sola vez a las Jornadas de Rehabilitación y, dicho sea de paso, tampoco ha visitado ningún centro. No llegó jamás. Ni cuando lo invitaron personalmente, ni cuando el Club de Leones viajó hasta Santiago para entregarle la invitación en mano. Magallanes, su tierra, la misma que lo vio crecer, sigue esperando un apoyo que nunca se concreta.

En cada discurso presidencial se habla de descentralización, de inclusión, de equidad territorial. Pero acá, en el extremo sur, esas palabras se escuchan cada vez más vacías. “Se resuelve en Santiago”, repiten las autoridades, quienes ante cualquier problema dicen que no les autorizan las vocerías. Todo depende de una bajada que nunca llega. Y en ese escenario, la ausencia del Presidente en las Jornadas se siente más como un olvido: es la confirmación simbólica de ese centralismo que asfixia y que siempre nos deja al final de la lista.

La historia lo demuestra. A comienzos de los años 80, el conductor más famoso de la televisión chilena, Don Francisco, prometió un centro de rehabilitación de la Teletón para Magallanes. La promesa se aplaudió, se celebró y se esperó… pero el centro nunca se construyó. La única alternativa para cientos de familias siguió estando en Concepción o Santiago. Eran tiempos difíciles, con viajes caros y pocas rutas, cuando la distancia se medía en sacrificio y no en kilómetros.

Pero Magallanes hizo lo que siempre ha sabido hacer: pararse solo. Con la bandera azul y amarilla en alto, un grupo de vecinos, profesionales, madres y padres, encabezados por el Club de Leones Cruz del Sur, decidió crear su propia jornada solidaria. Así nacieron las Jornadas por la Rehabilitación en Magallanes, un gesto de autonomía y compromiso que lleva décadas demostrando que esta región no necesita promesas: necesita respeto.

Por eso, la ausencia duele más. No porque falte una foto o una ceremonia, sino porque el gesto importa. Porque cuando un Presidente magallánico no encuentra un momento para acompañar el esfuerzo más noble de su propia gente, el mensaje que deja no se olvida fácil. Mientras en la capital se habla de inclusión y equidad territorial, en el sur más austral de Chile la realidad se construye con rifas, colectas y voluntariado. Aquí, la rehabilitación no se promete; se trabaja todos los días.

Y así seguimos, con la certeza de que Magallanes es capaz de sostener lo que otros solo anuncian. Pero también con la decepción de ver que, desde el poder, el compromiso con la región se quedó en los discursos. Tal vez, cuando se sube al avión presidencial, la brújula se desconfigura y el sur deja de aparecer en el mapa.

Y aunque la banda presidencial se vista de patria, en esta esquina del mapa muchos sienten que, con ella, también llegó el olvido. Un olvido que da cuenta de que es el único que, durante su mandato, no llegó jamás.

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