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La Umag, entre un plan de sostenibilidad y una “toma”

Por La Prensa Austral Viernes 5 de Diciembre del 2025

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De dulce y de agraz. Así podría resumirse el día de ayer respecto de la Universidad de Magallanes. Mientras los estudiantes se aprontaban anoche a realizar una asamblea convocada por la Feum, la dirección de la Umag daba a conocer la aprobación del Plan de Sostenibilidad y Modernización Financiera de esta casa de estudios superiores por parte de la Superintendencia de Educación Superior.

Lo que podría valorarse como una buena noticia administrativa quedó, en cierta medida, relativizada por el contexto en que se verificó. Si con este anuncio se buscó contrarrestar el inminente acuerdo estudiantil de “tomarse” la universidad, ello no se logró.

Más allá de aquello, la noticia difundida de la aprobación del plan de sostenibilidad es, sobre todo, un recordatorio severo: la principal institución de educación superior de la zona lleva cuatro años viviendo al borde del desequilibrio, acumulando pérdidas y tomando decisiones que, por más necesarias que fueran, llegaron tarde.

Los antecedentes son claros y preocupantes. Entre 2020 y 2024, la Umag registró pérdidas operacionales y netas de manera ininterrumpida, empujada por un crecimiento en los gastos de remuneraciones y una estructura de personal que el ente fiscalizador describió como “sobredimensionada”. A ello se suma una deuda que llegó a los $10 mil millones, obligando a recurrir a factoring para financiar la operación diaria y a hipotecar parte importante de su patrimonio inmobiliario. Ninguna universidad pública puede considerarse sostenible bajo esas condiciones.

En ese contexto, el plan presentado el 30 de octubre por el rector José Maripani -respaldado previamente por el Consejo Superior- aparece como un paso imprescindible. La Superintendencia lo valoró precisamente porque recoge sus observaciones y plantea medidas de ajuste que ya comenzaron a aplicarse. Entre ellas, la no renovación de 37 contratas, la reducción de honorarios y la reorganización de la planificación académica y de los campos clínicos. Son decisiones dolorosas, pero ineludibles para cualquier institución que busca recuperar equilibrio y credibilidad.

La Umag estará bajo monitoreo permanente, obligada a entregar informes periódicos y a demostrar, paso a paso, que las metas se cumplen.

Con todo, preocupa que, ante un proceso tan delicado, la máxima autoridad universitaria haya optado nuevamente por restringirse a declaraciones escritas, evitando dialogar con la prensa sobre aspectos tan sensibles como el impacto laboral del plan o las medidas adoptadas tras la vandalización del mural de Silvio Bettancourt. En momentos de incertidumbre interna, la transparencia no es un gesto. Es una obligación. Una comunidad universitaria que ha debido enfrentar recortes, cambios y tensiones merece respuestas claras y no vocerías administradas al mínimo.

Como contrapartida, los estudiantes hablaron anoche, a favor del respeto, la seguridad y la confianza. Sienten que estos tres elementos no han estado presentes en las últimas jornadas.  Para reponer esta falencia, se requiere un liderazgo fuerte, un diálogo permanente y tomar las medidas que permitan restañar la convivencia interna dañada.

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