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Agronomía Umag: ciencia, innovación y territorio para el nuevo agro patagónico

Lunes 8 de Diciembre del 2025

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  • Una revolución silenciosa es la que, por décadas, ha estado liderando el equipo de Agronomía de la Universidad de Magallanes, formando a los agrónomos que enfrentarán la crisis climática y generando conocimiento científico que permita a la región adaptarse a los cambios y encarar la soberanía alimentaria.

En el extremo austral de Chile, donde la pampa se abre al viento y la tierra desafía a quienes buscan cultivarla, la Universidad de Magallanes ha escrito una historia de perseverancia y visión. La carrera de Agronomía de la Umag no nació de la nada: es el fruto de más de tres décadas de trabajo, investigación y compromiso con el desarrollo agropecuario regional.

Los primeros pasos

La historia comenzó en 1989, cuando la universidad creó la carrera de Tecnología Agropecuaria, consciente de la importancia que los recursos naturales renovables tienen para Magallanes. Años más tarde, en 1994, se fundó la Escuela de Ciencia y Tecnología en Recursos Agrícolas y Acuícolas, respondiendo al anhelo de jóvenes con vocación agrícola y al desafío de impulsar la producción en un territorio marcado por condiciones extremas.

En 1997, la Escuela dio vida a la carrera de Ingeniería de Ejecución en Recursos Naturales Renovables, mención Agropecuaria, que luego, en 1998, pasó a denominarse Ingeniería de Ejecución Agropecuaria. Con una duración de cuatro años, esta formación entregaba el título de Ingeniero de Ejecución Agropecuario, consolidando un camino académico que comenzaba a dar frutos.

Centros pioneros

La Umag no se limitó a las aulas. En 1996, inauguró el Centro Demostrativo de Ovejas Lecheras en Puerto Natales, con un plantel de la raza Milchschaf (East Friesian Milk Sheep), especializada en producción de leche para queso de oveja. A ello se sumó el Centro Hortícola Lothar Blunck en Punta Arenas, fundado en 1970 y anexado a la universidad en 1985, donde se desarrollan investigaciones en praderas, producción animal, horticultura, floricultura y flora nativa. Estos espacios se transformaron en laboratorios vivos, donde estudiantes y académicos experimentan y transfieren conocimiento directamente al territorio.

Modernización y evolución

El nuevo milenio trajo consigo un impulso decisivo. En 2002, la Umag se adjudicó fondos Mecesup para modernizar la enseñanza de la carrera, con énfasis en el manejo sustentable en zonas agroclimáticas extremas. Ese proyecto abrió paso a un rediseño profundo: en 2007 se elaboró el plan de estudios de Ingeniería Agropecuaria, aprobado en 2008, que comenzó a impartirse en 2009 con el grado de Licenciado en Ciencias Agropecuarias. En 2010, la carrera adoptó el nombre de Agronomía, otorgando el grado de Licenciado en Agronomía y el título profesional de Ingeniero Agrónomo. Tres años más tarde, en 2013, la Honorable Junta Directiva aprobó un nuevo rediseño, estableciendo el plan por competencias que entró en vigencia en 2014. Finalmente, en 2016, la antigua Escuela pasó a llamarse Departamento de Ciencias Agropecuarias y Acuícolas, consolidando la estructura institucional que hoy sustenta la carrera.

Desafíos de la Patagonia

Cultivar en Magallanes no es lo mismo que hacerlo en el valle central. Aquí, cada semilla enfrenta el frío, la escasez de horas de luz y la necesidad de adaptarse a condiciones únicas. Sin embargo, los estudiantes de Agronomía Umag aprenden a transformar esas dificultades en oportunidades. Hidroponía, invernaderos, forraje adaptado para la ganadería regional y proyectos para el desarrollo de la agricultura regional son parte de las iniciativas que se desarrollan en las aulas y laboratorios de la universidad.

Ciencia con
compromiso social

La carrera de Agronomía en la Umag no se limita a la técnica: busca formar profesionales conscientes del rol social que cumple la agricultura. Los estudiantes trabajan junto a comunidades rurales, apoyan a pequeños productores y participan en proyectos de desarrollo local. Porque la agricultura no es solo producción, es también cultura, identidad y tradición.

Quienes deciden apostar por esta carrera asumen un compromiso con el territorio y con su gente, entendiendo que su trabajo puede mejorar la vida de las personas. La experiencia universitaria se vuelve aún más enriquecedora cuando se vincula con la comunidad y el mundo.

La Umag ha cumplido con formar profesionales que han aportado al desarrollo regional y nacional a través de intercambios internacionales, proyectos comunitarios y prácticas en terreno que permiten aplicar lo aprendido en contextos reales, permitiendo que los estudiantes conozcan otras realidades y traigan nuevas ideas a la región. Participar en huertos escolares, colaborar con productores locales o viajar a otras universidades son experiencias que fortalecen la formación y hacen que cada paso en la carrera tenga verdadero sentido.

Percepciones y prejuicios

La Universidad de Magallanes carga con prejuicios que no se sostienen en los hechos. En la conversación cotidiana, no faltan quienes dicen que “la Umag es mala” o que “conviene irse al norte”. Esa percepción, sin embargo, responde más a prejuicios que a datos objetivos. El Barómetro Regional Magallanes 2024 mostró que un 68,8% de los habitantes identifica a la universidad como un actor clave en el desarrollo regiona. Es decir, la propia comunidad reconoce su aporte, aunque persista la idea de que estudiar en el norte abre más puertas.

La carrera de Agronomía de la Umag es un ejemplo de cómo la educación pública regional puede transformar realidades, abrir oportunidades y demostrar que el sur también es tierra fértil para el conocimiento. La realidad es que la Universidad de Magallanes ha construido una trayectoria sólida en investigación, vinculación y formación de profesionales.

Otro mito que existe es que “pagan poco” también se derrumba al revisar cifras concretas las cuales varían significativamente según la experiencia, especialización, región y tipo de empleador. Según portales laborales, el sueldo promedio de un ingeniero agrónomo en Chile oscila entre $1.010.838 y $1.305.943 mensuales, dependiendo de la fuente y la experiencia (Chiletrabajos). Si el Ingeniero Agrónomo está recién egresado en Chile el sueldo puede variar entre $800.000 a $1.200.000 mensuales. La experiencia laboral y nivel de especialización influye significativamente en el salario. Generalmente, a mayor experiencia se asocia un incremento salarial, dado que los profesionales con más años en el campo suelen tener mayores habilidades, conocimientos técnicos y capacidad para manejar responsabilidades complejas. Además, la experiencia puede abrir oportunidades de acceso a cargos de mayor jerarquía con mejor remuneración, en esos casos la remuneración promedio la sitúan en torno a $3.000.000 mensuales para profesionales con trayectoria y especialización.

Estas cifras muestran que, lejos de ser una profesión mal remunerada, la agronomía ofrece ingresos competitivos, especialmente en un país con vocación agrícola como Chile. Además, la diversidad de empleos es amplia: investigación, docencia, asesorías técnicas, gestión pública o emprendimientos propios. Para quienes sueñan con independencia, la Agronomía abre la puerta a crear proyectos agrícolas innovadores y sustentables.

Una formación integral

El plan de estudios combina ciencias básicas, formación técnica y gestión. Los futuros agrónomos aprenden desde cultivos, ganadería hasta economía agraria. La innovación tecnológica es otro aspecto que hace de la Agronomía una carrera apasionante. Hoy los agrónomos trabajan con drones, sensores y software de última generación para optimizar cultivos, aplican biotecnología para desarrollar variedades resistentes y experimentan con huertos urbanos y verticales que transforman las ciudades en espacios productivos. Para los jóvenes interesados en ciencia y tecnología, la Agronomía ofrece un campo fértil donde aplicar creatividad y conocimiento.

Sembrando
porvenir en el sur

“No somos unos aparecidos. La carrera de Agronomía en la Umag tiene el prestigio por sus profesionales comprometidos con los estudiantes de brindar una educación de calidad”, señala René Muñoz, director del Departamento de Ciencias Agropecuarias y Acuícolas. Remarca que son la continuidad de una historia que comenzó hace más de 30 años y que hoy se proyecta hacia el futuro. “En tiempos de crisis climática y necesidad de soberanía alimentaria y de un desarrollo sustentable, formar profesionales capaces de producir alimentos de manera sostenible en la Patagonia es sembrar futuro en el fin del mundo”, sentencia.

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