Punta Arenas y la urgencia de planificar con visión de futuro

El retorno de la Corporación Ciudades (CC) a Punta Arenas es más que una visita protocolar. Es un recordatorio de que la capital regional sigue enfrentando desafíos que requieren planificación seria, participación ciudadana y acuerdos que trasciendan los ciclos políticos. No es menor que la capital regional haya sido el proyecto piloto de la organización. Aquí se ensayó por primera vez una metodología que luego inspiraría a varias ciudades del país.

Martín Andrade, director ejecutivo de CC, lo resume con claridad: lo que se hizo en Punta Arenas “inspiró a muchas otras ciudades de Chile”. Un ejercicio que duró más de un año y medio y que no sólo definió líneas en un plano, sino que buscó capturar la identidad de la ciudad y su proyección futura. Hoy, esa mirada vuelve a ser necesaria.

La revisión del Plan Regulador -un proceso que definirá el rumbo urbano de las próximas décadas- es el motivo central de la visita. Andrade advierte que lo que está en juego “es demasiado importante”. Y tiene razón. En un país donde los proyectos urbanos suelen asociarse a la figura de una autoridad, CC insiste en lo contrario al plantear que las ciudades exitosas son aquellas que sostienen hojas de ruta colectivas y respetadas por todos, más allá de quién gobierne.

Los desafíos están frente a nosotros. Punta Arenas ha experimentado avances en infraestructura y equipamientos, pero también sufre la presión de un crecimiento periurbano desordenado, con sectores que aún carecen de accesos adecuados y gestión de riesgo. A esto se suma la expansión de asentamientos informales, un fenómeno que preocupa a CC no sólo por sus efectos urbanos, sino porque pone en riesgo la vida de familias que viven sin alcantarillado, sin vías de emergencia y sin condiciones mínimas de seguridad.

Por ello, la corporación plantea la necesidad de actuar en dos velocidades: avanzar en un plan regulador que, aunque tome años, oriente el desarrollo y, al mismo tiempo, implementar medidas inmediatas que mejoren la calidad de vida en zonas críticas. Punta Arenas no puede esperar siete años para resolver problemas que afectan hoy a miles de personas.

La ciudad tiene ahora una oportunidad histórica de actualizar su planificación con participación real, con datos, con diálogo y con una visión que no dependa de nombres propios.