Necrológicas
  • – Héctor Jorge Castillo Ortiz

Cuidar las formas también es cuidar la democracia

Por La Prensa Austral Domingo 21 de Diciembre del 2025

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La última sesión del Consejo Regional de Magallanes dejó una señal preocupante. Más allá de los temas abordados y de las legítimas diferencias políticas que puedan existir entre sus integrantes, el desarrollo de la jornada -marcada por recriminaciones cruzadas y un tono elevado que derivó incluso en gritos- obliga a una reflexión necesaria sobre la forma en que se está ejerciendo la función pública en una instancia clave para nuestra zona.

Conviene decirlo con claridad: el rol fiscalizador de los consejeros regionales es fundamental y no sólo legítimo, sino indispensable para resguardar el correcto uso de los recursos públicos y la probidad en los actos administrativos asociados al presupuesto regional. Nadie debiera pretender inhibir ese deber ni relativizar su importancia. La fiscalización es una de las piedras angulares de la democracia y una herramienta esencial para el buen gobierno.

Sin embargo, ejercer ese rol con fuerza no es incompatible con hacerlo con corrección. La firmeza en las posiciones, la exigencia de responsabilidades y la crítica política pueden -y deben- expresarse con altura de miras, respetando las normas básicas de convivencia democrática. Cuando el debate se desborda y deriva en un espectáculo destemplado, no sólo se vacía de contenido la discusión, sino que se contribuye al progresivo descrédito de la política ante la ciudadanía.

En democracia, las formas importan. No se trata de una defensa de la complacencia, la connivencia ni el silencio frente a eventuales irregularidades. Muy por el contrario, los reparos y cuestionamientos deben formularse en tiempo y forma, utilizando los conductos regulares y cuidando el lenguaje, precisamente para que tengan mayor peso, legitimidad y eficacia. Perder el respeto a la autoridad -o a la institucionalidad que se representa- no fortalece la fiscalización; la debilita.

El Consejo Regional debiera ser, ante todo, un espacio donde prime el diálogo, el respeto mutuo y la deliberación informada, con el objetivo común de adoptar las mejores decisiones para el desarrollo de Magallanes. Convertir ese espacio en un escenario de confrontación permanente, de gritos y descalificaciones, no sólo empobrece el debate, sino que aleja a la ciudadanía de una política que ya enfrenta altos niveles de desconfianza.

La violencia verbal, las posturas extremas y la lógica del espectáculo en nada contribuyen a resolver los problemas de la región. Por el contrario, erosionan la legitimidad de una institución que está llamada a representar los intereses del territorio y a velar por su buen uso de los recursos. Recuperar el tono, cuidar las formas y elevar el nivel del debate no es una concesión. Es una responsabilidad democrática.

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