Histórico: dos mujeres ganan Nobel de Química por reescribir el código de la vida con herramienta genética
La colaboración entre las dos científicas surgió en la primavera de 2011 durante un congreso en San Juan al que ambas habían sido invitadas.
La francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer Doudna han sido premiadas este miércoles por la Real Academia de las Ciencias sueca con el Premio Nobel de Química por el desarrollo de un método para la edición genética que permite “reescribir” el código de la vida y con múltiples aplicaciones, desde la medicina a la agricultura.
El descubrimiento de las tijeras genéticas Crispr-Cas9 ha permitido a los investigadores cambiar el ADN de animales, plantas y microorganismos “con gran precisión”, ha contribuido al desarrollo de nuevas terapias y abierto la posibilidad de curar en el futuro enfermedades hereditarias, además de introducir mejoras en el cultivo de plantas y hacerlas más resistentes a sequías y plagas.
La herramienta descubierta por Charpentier y Doudna se inspira en los estudios sobre el sistema inmunológico de las bacterias y cómo estas se defienden de los virus del investigador español Francis Mojica, quien sentó las bases de la técnica Crispr (repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas).
Cuando Charpentier (Juvisy-sur-Orge, Francia, 1968) creó su propio grupo de investigación en la Universidad de Viena en 2002, se centró en una de las bacterias más dañinas, el Streptococcus pyogenes, y en cómo sus genes estaban regulados.
Así descubriría años después una molécula ARN (tracRNA), con un código genético muy similar a la secuencia Crispr del genoma de esa bacteria, capaz de derrotar a los virus partiendo su ADN.
Para continuar avanzando en sus investigaciones, Charpentier decidió contactar en 2011 a una experta en ARN Jennifer Doudna, una bioquímica con dos décadas de experiencia en el estudio de los ácidos ribonucleicos.
Estudiando un lustro atrás la ribointerferencia, el sistema que usan las células de organismos vivos para controlar los genes activos en un momento, Doudna (Washington, 1964) decidió analizar el sistema Crispr, siguiendo la sospecha que había en la comunidad científica de que ese mecanismo era muy similar al objeto de su anterior investigación.
La colaboración entre las dos científicas surgió en 2011 durante un Congreso en San Juan al que ambas habían sido invitadas y se concretó tras un encuentro casual en un café y un paseo por la zona vieja de la capital puertorriqueña, según explica la Real Academia de las Ciencias.
Juntas fueron capaces de recrear las tijeras genéticas del Streptococcus pyogenes y simplificar sus componentes moleculares para facilitar su uso, luego las reprogramaron para controlarlas y poder cortar cualquier molécula de ADN en un lugar predeterminado, “reescribiendo” así el código de la vida en un “trascendental” descubrimiento publicado en 2012.
Charpentier y Doudna, galardonadas en 2015 con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, compartirán los 10 millones de coronas suecas (1,1 millones de dólares) con que está dotado este año el premio.
Es la primera vez en la historia del centenario galardón que dos mujeres comparten el Premio Nobel de Química, que hasta este año había distinguido a cinco mujeres de entre un total de 184 premiados.