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Semiserio de la política regional: ¿El virus y los políticos se hicieron buenos?

Domingo 11 de Octubre del 2020

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El virus mutó.

Ya lo había advertido el vilipendiado Jaime Mañalich, cuando, siendo ministro de Salud, expresó su deseo de que el coronavirus dejara su letalidad y reflexionó en voz alta: “¿Qué pasa si el virus muta y se vuelve buena persona?”. 

Lo que pasó es que el Covid no se volvió buena persona, pero su frasecita y bienintencionado pensamiento fueron el principio de su fin ministerial.

Pero, en Magallanes el virus sí mutó (o, al menos, eso andan averiguando los genetistas).

Esa escalofriante posibilidad nos ha rondado en las dos últimas semanas, aunque los únicos que no se in-mutan son los magallánicos que, en plena cuarentena total,  andan libres por las calles dando rienda suelta a su consumismo, como si el coronavirus no existiera.

Para alguien de espíritu más izquierdista, esto de la transformación genética del Covid -aparentemente nipón- podría llevar a recordar la canción que dice: “Cambia, todo cambia”, que tan bien interpretaba Mercedes Sosa (La Negra).

El coronavirus tiene derecho a cambiar, como cambiaron las personas que marcharon al exilio y como, a su vez, el calificativo de izquierdista mutó por progresista, una palabra bastante más eufemística y acorde a estos tiempos de transformismo y travestismo políticos.

Cambio en la
intendencia

Y, mientras el coronavirus mutaba, también se estaba fraguando el cambio en la intendencia regional. No fue algo espontáneo, sino que se debió a muchas visitas previas de personeros fisgones de La Moneda, inscripción dos meses antes de la candidata en los registros de Renovación Nacional y acumulación de millas por los viajes de un jefe comunal en el tramo Puq-SCL-Puq.

Mutó el virus y mutó el centro de poder regional, volviendo a las manos del hombre de los 500 años.

Ajeno al coronavirus, el ex intendente cambió los pasillos del palacio, llenos de intrigas y traiciones, por los aires sanos del campo. Se le ha visto feliz al hombre, manejando un tractor…

¿PR, PPD o qué?

Y si un virus que se escapó de un laboratorio de Wuhan,  cruzó todos los continentes, llegó a Magallanes y mutó, ¿por qué no puede cambiar de alianza política un parlamentario en su propio terruño?

“Mi bisabuelo era radical”. Así recordaba en una entrevista publicada el domingo 20 de agosto de 2017 un independiente que se alistaba entonces para hacer frente a su segunda intentona diputacional. De hecho, lo logró gracias a ser incorporado en la lista de la ex Nueva Mayoría, bajo el alero del partido de Pedro León Gallo.

Por una cosa de ancestros del personaje, usaremos la palabra que deriva del árabe “al-haraka”, que podría traducirse como “el movimiento”. Mutación, cambio, movimiento… parece que estamos hablando de lo mismo. Entonces, ¿por qué tanta alharaca por negociaciones y, ante el desafío electoral inminente -que puede ser tan fatigoso como cruzar un desierto- el arrimo a una mejor tienda, políticamente hablando?

Claro, como suele suceder, así como los magallánicos no se dieron ni cuenta cuando el virus mutó, tampoco el PPD regional se percató que podría contar con un nuevo compañerito.

¡Dicen que el ambiente está qué arde!

Alejamiento
de dos titanes

El virus mutó y también lo hizo el escenario electoral: dos senadores menos para la próxima elección para la Cámara Alta. Uno, por enmienda legislativa -o por secretaría, como acusó en su momento- y otra, por decisión propia.

El avezado independiente, como buen animal político, también está buscando la mejor forma de transformarse, electoralmente hablando. Un enroque familiar es una de sus opciones.

La senadora comunicó su decisión de salirse del ruedo, al menos en Magallanes, so pretexto también de buscar un cambio, esta vez la noble misión de aportar a la renovación de los rostros. No todos le creyeron, claro está.

De paso y, como si la conformación de una lista competitiva fuera casi tan terrible como superar la crisis sanitaria, propuso el nombre de un destacado galeno para sucederla. Este replicó que, por el momento, no está en sus planes dejar los pasillos del hospital por los del Congreso. Hombre sabio, cree que, antes que los políticos se conviertan en buenas personas, será más posible que aquello le ocurra al coronavirsus.

A la espera de que el facultativo pueda recapacitar de su primera negativa, lo cierto es que el mutis por el foro de los referidos senadores cambia totalmente el escenario político regional.

La copa rota

Todo este escenario puede ser simple para muchos, pero, ciertamente, a la vez, es muy complejo, como diría un ex intendente que cambió la intendencia por la gastronomía, aunque siempre está en la trastienda y los vericuetos políticos.

Se abren puertas, se cierran otras. Surgen apetitos, oportunidades, pero  no siempre se cuenta con el apoyo de todos para ser una opción competitiva.

Por eso, cual José Feliciano, se vio a un panelista, otrora ex seremi y posible aspirante a gobernador regional, arrimarse a la barra de un programa de opinión y pedir sin remilgos: “Mozo, sírvame la copa rota. Sírvame que me destroza esta fiebre de obsesión”.

Mutis y mutatis
mutandis

El virus mutó.

Esta es la explicación que se nos quiere dar para comprender la tendencia alcista de los contagios y el fracaso de las estrategias gubernamentales.

El virus mutó. El ex intendente tuvo que irse mutis y los que no quieren quedarse nada mutis son los empelotados pepedés regionales ante la maniobra del diputado independiente.

El poder en la intendencia mutó y la senadora y el senador se irán mutis por el foro…

El virus mutó. ¿Y si cambia la Constitución?

Sólo resta apelar al latinismo mutatis mutandis (cambiando lo que se debía cambiar).