La Patagonia y el folclore perdieron a uno de sus hijos predilectos: falleció Pedro Sánchez Barría
Sus cercanos lo despiden en medio de cientos de anécdotas y horas de tertulia entre el mate y la guitarra.
Es imposible no vincular el nombre de Pedro Sánchez Barría a la historia musical de Magallanes y, en especial, al Festival Folclórico en la Patagonia, porque si bien su vida fue mucho más allá de aquello, en este sur del sur que tanto amó su recuerdo seguro surgirá en medio del mate, la guitarra y la conversación.
La noticia se conoció ayer. El empresario, rotario, integrante del Círculo de Amigos de Carabineros y ex presidente de la Corporación Patagónica del Folclore falleció a la edad de 72 años en Santiago, donde debido a complicaciones de salud había sido llevado durante los últimos días. Sus restos descansarán en Punta Arenas.
“Su tierra espera por él”, señalaban sus cercanos a la espera del traslado de sus restos a Punta Arenas, quienes lamentaron su deceso, pero también destacaron el legado que dejó como hombre de esfuerzo, lucha y amor por la Patagonia.
Uno de quienes lo recordó fue el también ex presidente de la Corporación Patagónica, el docente Jorge Huidobro Durán: “Es lamentable, y no podía partir otro día que no fuera el Día del Profesor, desde donde hizo un gran aporte a la enseñanza musical, para llegar a ser el gran motor y gestor de aquellas lindas y maravillosas jornadas de folclore y hermandad chileno-argentina, para abrir las puertas de nuestros querido Festival en la Patagonia a todo el mundo”.
Agregó que su pérdida es “lamentable, para su familia y amigos, pero también para la cultura de nuestra región. Pedro fue un gran personaje, de aquellos señores a la antigua, con modales y palabras de caballero decimonónico, amante de la buena conversación y la amistad, apasionado por la música y, especialmente, por la de nuestras raíces. En lo personal lamento su partida ya que hasta hace unos meses nos encontramos en la clínica y me contó que tenía una idea para celebrar los 500 años del Estrecho. Quería traer a Plácido Domingo, pero se nos fue y nos dejó con su sueño entre las manos. Ahora, ya deben estar armando su festival junto a “Cocho” Cárcamo y “Polo” Romero, en donde sea que se encuentren”.
También lo recordó otro ex colaborador del Festival Folclórico, Diego Concha. Desde la Región de Valparaíso, donde permanece radicado, dijo que “lo conocí en la época de la dictadura militar. Fue en un encuentro musical, cuando vino Roberto Bravo a tocar al Café Cultural y necesitábamos alguien que nos afinara el piano. Pedro lo hizo. Ahí nos hicimos amigos, iniciando un trabajo que se prolongó en el tiempo con el Festival en la Patagonia y que se hizo más estrecho cuando tras la renuncia de “Polo” Romero me invitó a participar de manera oficial en la comisión organizadora”.
Destaco de Pedro Sánchez su esfuerzo, capacidad organizadora, entusiasmo, energía y disciplina. “Cómo olvidar las extensas jornadas de trabajo para organizar el festival, su calidad como compositor y el cariño que le tienen tantos amigos argentinos”. Junto con ello, recordó su último encuentro. “Con Hugo Barrientos fuimos como hace dos o tres años a verlo a su empresa. El dijo que venía a despedirse, pero su fuerza y ganas de vivir dijeron otra cosa. Hace un par de semanas habíamos conversado por teléfono, contándome que se estaba sanando. Lamentablemente partió antes que nosotros y, por el tiempo y lugar nos tenemos que despedir a la distancia. Enviarle un abrazo a la familia, amigos y a todos quienes lo recuerdan, y decirles: ¡Adiós Pedro, viva Pedro!”.
Pedro Sánchez en primera persona
En entrevista publicada por El Magallanes, en junio de 2017, Sánchez hacía un repaso por los aspectos más importantes en su travesía por esta vida, marcada por el campo en el sector sur de Punta Arenas, por las decisiones que debió tomar en su adolescencia y por algo que era propio en sus conversaciones: las anécdotas.
“Yo quería seguir medicina y terminé estudiando música en la Universidad de Chile de la capital (se había iniciado en el piano a los 5 años), tomando la pensión en una residencial muy modesta, de acuerdo a nuestro alcance económico. Busqué un lugar donde tocar el piano con el fin de obtener algunos pesos y finalmente lo encontré en el Hotel Carrera, establecimiento que poseía un instrumento de excelente calidad, que me fue facilitado y comencé a tocar mañana y tarde a la hora del cóctel, corriéndose la voz que el lugar tenía música ambiental en vivo. Comenzaron a llegar a mí algunos papelitos solicitando determinados temas, fueron tantos, que inventé un sistema para atraer el público, respondiendo el mensaje con la frase “venga mañana y lo interpreto”, así al día siguiente teníamos nuevos clientes. Una de estas respuestas la recibió por casualidad el gerente del hotel que había solicitado un tema, debiendo explicarle cuál era mi intención. Le encantó la idea y me ofreció trabajo preguntándome cuáles eran mis exigencias económicas. Le solicité una suite, con alimentación y un estacionamiento en el hotel. Aceptó mi propuesta”.
Tras ese paso por la capital, recordaba que a su regreso a Punta Arenas comenzó a dictar clases de música en un sinnúmero de establecimientos educacionales, sin embargo, el destino le deparaba otra cosa. “Postulé y me gané una beca para hacer un curso de perfeccionamiento para Supervisor General en Educación y viajé a Brasil. En mi viaje de regreso a Chile hubo un incidente en el aeropuerto de Río de Janeiro, por un aterrizaje de emergencia de un avión en cuya bodega se había abierto una lancha salvavidas, que al sacarla el personal, me fijé que tenía unas letras que decían “Diamond M Magallanes”. Al volver a Punta Arenas pasé un día por las oficinas de esta empresa, ubicadas en calle O’Higgins para decirles lo que vi en el país carioca, donde despedazaron la lancha de esa compañía. El gerente me consultó si yo sabía algo de ingeniería industrial y yo, previendo un futuro, le respondí que no sabía nada pero si recibía un buen sueldo yo estudiaba. Le impacté tanto al empresario que me envió a Houston, Texas, EE.UU. a hacer cursos de Seguridad Industrial para especializarme en balsas de plataformas petroleras. Ahí me cambió la vida”.
Años después estaba embarcado en su propia empresa, Servinaut.
Justo al partir en el Día del Profesor, el propio Sánchez aclaraba: “La diferencia entre un maestro y un profesor es que el primero hace clases porque le gusta y el profesor es el que espera el fin de mes para recibir el sueldo”. Y luego una reflexión: “Les digo a los magallánicos que, cualquier labor que emprendan la hagan con cariño. A veces no importa que no todos tengan títulos, porque pueden ser buenos para desempeñar infinidad de labores para lo cual tienen capacidad. En la vida, hay que ser feliz y para serlo, hay que hacer lo que a uno le gusta y triunfará. Tampoco hay que tratar de ser ambicioso en exceso. Hay que disfrutar lo que tienes y obtener lo que quieres, con porfía, hasta lograr el virtuosismo en lo que estás haciendo”.