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De Canarias a Magallanes

Por Alfredo Soto Martes 20 de Octubre del 2020

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Hace una década, me tocó recibir en la ciudad de Bariloche, Argentina, a un par de matrimonios provenientes de la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias, que de un salto desde Buenos Aires, después de participar en un congreso, quisieron visitar tanto el sur argentino como chileno, y por correspondencia y contacto de las increíbles tarjetas de presentación, me entero que una de ellas llegó a manos de uno de estos señores y que no dudaron en contactarse conmigo para esta visita de aventuras y relatos bien ensamblados con la historia que vinculaba a Magallanes con las Islas Canarias. Pero en este caso mientras viajábamos por el Nahuel Huapi, me voy enterando de que una vez más las Islas Canarias, como antes, había sucedido con el descubrimiento de un nuevo mundo por Colón, y siglos después con la llegada del primer hombre a la Luna, Canarias tuvo un papel clave en las comunicaciones con la nave y el flujo de todo tipo de datos entre sus tripulantes y el centro de control de Houston (EE.UU.).

Entre las anécdotas que reflejan el papel crucial de la Estación Espacial de Maspalomas destaca la corrección desde el centro de una desviación de 0,22 grados de la nave, que fue fundamental para garantizar el éxito del alunizaje. También desde la estación de las Canarias se mantuvo contacto por telemetría con la nave y por voz con los astronautas, registrándose el momento en el que Collins informa del aterrizaje de ésta sobre la superficie lunar, así como también su ritmo cardiaco….fantástico relato de mis dirigidos que fueron dando la dinámica de vivenciar los suelos patagónicos de un lado y otro de las fronteras. Ya pasaban los días y nos encontramos viajando en el avión hacia Punta Arenas, y con mucha insistencia mis pasajeros emocionados me indicaban casi con tono de “orden” que debía yo indicarles a la primera vista del estrecho de Magallanes desde el avión. Ya en las indicaciones del aterrizaje, solicito autorización a la asistente de vuelo a cubrir la petición de mis clientes grancanarios, el que me es concedido…indicando la isla Marta…la isla Isabel y la isla Magdalena y veo a mis “chicharreros” acompañantes con sus ojos llenos de lágrimas, indicándome de la importancia para sus vidas el estar sobrevolando lo que la historia les dejó de tal hazaña de Magallanes y Elcano, en sus lejanas Islas.

Así y como dije anteriormente, hace una década, pude asumir mi responsabilidad ante uno de los mayores tesoros adquiridos para cualquier ciudadano nacido a orillas del estrecho de Magallanes, me di cuenta con el tiempo: la importancia de la pertenencia y de la preciada cualidad de ser un guardián de estas riquezas otorgadas por la vida y la aventura de tantos navegantes y exploradores que surcaron estas aguas. Estas que, con valentía, imprimían la firmeza en el timón y la indicación precisa para extender el velamen de sus naves, percibiendo estoicos, en las torretas y en carne propia, el rigor de los vientos que adornaban las grandes extensiones de la Patagonia y los misterios de la Tierra de los Fuegos, más allá de los límites de un mundo desconocido, aquel de los hielos eternos, el más alto de todos y en el que se guardan las intensidades más gigantescas de un planeta solitario de este espacio nuestro, aquel que sustentaba el equilibrio de añejas tierras en donde afloraron las diversas culturas de la civilización.

Esta tierra es única y nunca ha perdido ese valor, somos herederos de tal patrimonio para su amplio conocimiento y que aún perdura en las mentes más inquietas por buscar nuevos recovecos para descubrir y para explorar. El ejercicio del conquistador ejerció una conducta que se plasmó en los cielos australes, cuyos testigos siderales, como la Cruz del Sur y de sus nebulosas que le acompañaban, han determinado que este es el Sur del Sur y la puerta del futuro, permaneciendo bajo los hielos con el secreto de un lejano pasado. Queda aún por aprender de estos dichosos territorios, queda mucho por investigar y que cuyo desplante en el rigor de sus fríos y sus campos y montañas nevadas protegen, ensimismados los delirios de nuevos descubrimientos para el beneficio de una humanidad necesitada de valores y principios sólidos para la conservación del estudio y de la investigación.

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