Necrológicas

Pandemia y crisis económica

Por La Prensa Austral Domingo 1 de Noviembre del 2020

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– Es bienvenido el optimismo de las autoridades… Pero sería conveniente que, en aras de la necesaria transparencia que se requiere para enfrentar una crisis, también
haya una información más veraz y equilibrad 

Un tradicional hostal en el centro de Punta Arenas cerró sus puertas. Podría ser una noticia más, el infortunio de un magallánico que dejará de pagar impuestos. Pero, esto es signo de lo que ha venido alertando la Asociación de Alojamientos Turísticos de Magallanes, respecto del fuerte impacto que están teniendo el coronavirus y las medidas sanitarias en sus asociados, quienes están pasando por su peor momento.

Una suerte similar es la que están viviendo los rubros de hotelería y gastronómico.

La región -donde se pidió a la gente optar por el turismo- ciertamente que será una de las más afectadas al tener que enfrentar una pandemia que está teniendo precisamente ahora su segunda oleada en Europa y otros continentes. Los visos de reactivación recién comienzan a proyectarse para uno a dos años más.

La tasa de desocupación regional fue de 7,8% en el trimestre móvil julio-septiembre, creciendo 3,6 puntos porcentuales respecto a igual periodo del año pasado. Esto se explica por el descenso de la fuerza de trabajo (-14,2%) y la disminución de los ocupados (-17,5%). Los desempleados registraron un alza de 61,4%.

Estas son sólo cifras y podrían no impactar en nada, pero detrás de ellas hay 16 mil 384 personas que quedaron sin trabajo. Si esto se multiplica por el promedio de integrantes de un hogar en Chile (3,1), se puede proyectar que casi 51 mil magallánicos han visto reducidos drástica o parcialmente sus ingresos producto del referido número de desocupados.

Que muchas de estas personas están buscando sobrevivir queda de manifiesto en que en septiembre se crearon 150 nuevos emprendimientos, cifra dada a conocer por la autoridad del ramo, pero sin hacerse cargo de la precarización de la economía regional.

¿Cuántas empresas han quebrado o están incumpliendo sus compromisos previsionales y financieros? ¿Cuántas han sobrevivido despidiendo personal y/o se han sobreendeudado y, en mediano plazo, terminarán igualmente sucumbiendo? ¿Cuántas empresas medianas y grandes usaron los créditos Covid, pero repartieron estos dineros entre los propietarios y directivos y están pidiendo a sus trabajadores que se hagan cargo de la crisis? ¿Cuántas personas que no perdieron sus trabajos al optar por los “beneficios” de la Ley Empleo Seguro terminaron gastándose todos sus fondos del seguro de cesantía? ¿Cuántas de ellas, finalmente, no pudieron retomar sus labores o se encontraron con condiciones más desventajosas?

Es bienvenido el optimismo de las autoridades al blandir estas cifras y hablar de reactivación. Pero sería conveniente que, en aras de la necesaria transparencia que se requiere para enfrentar una crisis, también haya una información más veraz y equilibrada, que permita sopesar el verdadero impacto de la pandemia en términos socioeconómicos.