Un plan regional para enfrentar la pandemia y sus consecuencias
En días pasados como Consejo Regional hemos conocido una serie de iniciativas enviadas desde la intendencia. Son diversas iniciativas para todo el territorio, algunas nuevas y otras por largo tiempo anheladas por la comunidad; también en distinto nivel de avance. Algunas en etapa de poder ejecutarse y otras recién en etapa de diseño de la obra.
Es importante y necesario priorizar los fondos regionales, que sean de impacto en el actual escenario de pandemia, donde lo social y salud son centrales; pero también pensando en la necesaria reactivación económica regional. Los fondos y la inversión del Estado son de las más importantes en el desarrollo local. Comparativamente la inversión del Estado es superior a la de los privados en estos territorios rezagados y parte del proceso de regionalización. Ya lo vimos con el Plan de Desarrollo de Zonas Extremas, que duplicó el aporte fiscal en los años que se implementó. Con la prórroga anunciada hace algunas semanas se mantiene esta mayor inversión con las obras aún por terminar.
Sin embargo, la generación de puestos de trabajo no es lo único necesario y urgente para la reactivación regional. Una de las apuestas importantes y uno de los pilares del desarrollo regional estaba representado por el turismo.
La pandemia y sus consecuencias en limitación de viajes y llegada de cruceros es un duro golpe al sector que ha trabajado más de 25 años en desarrollarse con diversos productos. En la promoción de Chile como destino turístico, una parte importante de esos fondos eran aportados por este gobierno regional. De allí que la apuesta de hace algunos años se vea hoy truncada por las consecuencias de lo que estamos viviendo. En especial por la prolongada cuarentena que nos afecta a todos, pero que impacta mucho más en este sector. Es una temporada perdida. Es por ello que empresarios y emprendedores que han escuchado en su momento el llamado del Estado a ser parte de este boom turístico de la zona hoy miran al mismo Estado para que los salvaguarde y ayude en esta crisis que los tiene más que comprometido en deudas por muchos meses y años más. Por eso necesitan un salvataje urgente y especial.
También hace algunos días finalmente hemos escuchado de la primera autoridad y su equipo un plan estratégico para hacer frente a esta otra pandemia que nos afecta y cuyos impactos se verán por largo tiempo en la economía regional.
Por eso era necesario un plan, para enfrentar o tratar un problema es necesaria una hoja de ruta. Podrá ser imperfecta o incompleta. Pero es eso: una ruta. Elaborada localmente y que da cuenta de las realidades regionales y territoriales. Eso que se había pedido hace meses hoy se está delineando. Con aportes nacionales y regionales necesariamente. No basta con el FNDR. Se necesita un trabajo colaborativo entre varias instituciones estatales como se ha pedido por largo tiempo. Que para los emprendedores y beneficiarios no sea un golpear puertas buscando aquella que pueda darle respuesta a sus necesidades.
Al menos en esos aspectos del uso del recurso fiscal, la direccionalidad que se le va a dar, plantea esperanzas para los meses que vienen. Pero aún para quienes estamos en los territorios y vemos el devenir de los vecinos y sus agrupaciones nos queda una tarea tan importante y necesaria: la focalización de las acciones del Estado en grupos vulnerables. En especial me refiero a niños y jóvenes, adultos mayores y personas portadoras de alguna discapacidad. Todas con requerimientos especiales y distintos.
Tal como lo hemos expresado latamente, para el Estado es más fácil y siempre mejor llevado cuando tiene una respuesta única y estándar para todos. Al Estado le cuesta demasiado poder diferenciar las respuestas, es parte de lo que la gente llama burocracia. Pero en estos tiempos se requiere más del aparato estatal. Ya es un avance que las instituciones trabajen en conjunto y puedan potenciar sus esfuerzos. Han sido años de despilfarrar recursos y esfuerzos repitiendo políticas y programas que no tienen los impactos en las condiciones de quienes benefician. Hoy como nunca hay que hacer brillar cada peso invertido. Bien invertido, bien focalizado.
Los que trabajamos con los mayores bien sabemos que siempre han sido sacrificados y siempre están en la lista de espera de los que vendrán después cuando hayan más recursos. Hoy con lo devastador que ha sido la pandemia para los mayores, no podemos éticamente seguir postergándolos. Hoy necesitan que el Estado y los organismos que deben velar por ellos elaboren un plan regional que los ponga en el centro de las prioridades.
No más ese concepto subsidiario del Estado: seguir pasando recursos a terceros para que ejecuten estas tareas.
Hoy es necesario y urgente traspasar a los municipios como agente territorial los recursos para que haga la diferencia en la atención y cuidado de nuestros mayores.
Se necesitan programas locales financiados por el Estado y sus instituciones, y ejecutados por las municipalidades. Para qué estamos con cosas, en esta pandemia esas mismas instituciones que atienden mayores le han exigido a las municipalidades que hagan la pega que debiera ser su responsabilidad.
La pandemia trae problemas, el cómo se solucionan y buscan nuevos modos y maneras de hacer el trabajo son la oportunidad para marcar la diferencia. Finalmente así se le saca trote a un Estado anquilosado por la rigidez de su actuar.
Es tiempo de hacer distinto las tareas habituales, es la mejor manera de privilegiar la función pública. A arremangarse que se viene un arduo trabajo. Menos selfies, más sudor.