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Apuntes Constitucionales I

Por Carlos Contreras Martes 8 de Diciembre del 2020

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Como cuestión previa a la discusión constitucional que se avecina y que debe darse en el debate de los convencionales constituyentes o convencionales que serán elegidos en el mes de abril del año 2021 se tendrá que elaborar un reglamento que permita un funcionamiento eficaz y resolutivo, que impida las dilaciones innecesarias, la pérdida de tiempo y la máxima optimización del tiempo en favor de la discusión que se debe dar ante un órgano tan representativo.

Este reglamento debe ser elaborado por los propios convencionales y, como no veo posible partir de una hoja en blanco, se deberán adoptar mecanismos o estructuras que ya forman parte de otros órganos representativos, a nivel nacional o local, que desempeñen sus funciones como órganos colegiados. De esta forma se deben definir áreas de debate con número de integrantes, tiempos, procedimientos, asistencia de medios tecnológicos y humanos, formas de dirimir los conflictos o cerrar los debates y, por sobre todo, la forma en que se procederá a la redacción y sanción de los acuerdos. En el mismo sentido se deben establecer los procedimientos que permitirán que los debates particulares pasen a ser sancionados por la Asamblea o Convención de manera tal que refleje fielmente los acuerdos que han sido adoptados.

Por otra parte, y luego de sancionar el reglamento se deberá cotejar, confirmar y constatar si los medios materiales de que disponga la convención son los suficientes y necesarios para el cumplimiento del cometido, la asignación de recursos y de eventuales asesores para los integrantes, la disposición de viáticos y pasajes para el traslado y la estadía de los representantes regionales y los medios materiales para las sesiones respectivas. No podemos dejar de lado el sistema de control de asistencia y participación, pues no sería bien visto que los convencionales funcionen de la misma manera que nuestros parlamentarios, pues su asistencia y compromiso es bastante bajo y deplorable.       

Podemos apreciar anticipadamente que, la primera tarea de los electos para la redacción de una nueva Constitución requiere algo de experiencia en organización, procedimiento, manejo o administración de recursos financieros y humanos, sistemas de gestión y conocimiento del funcionamiento de órganos colegiados, cuestión que requiere paciencia, atención y disposición a debatir con el objeto de intercambiar ideas y convencer.

En resumen, lo primero que se necesita para la elaboración de una nueva Carta Magna, se traduce en los siguientes requerimientos: a) requerimientos materiales: medios tecnológicos, humanos y financieros para el cumplimiento del cometido; b) requerimientos inmateriales: estructura y procedimiento para su funcionamiento que deben ser sancionados como normas que regirán su funcionamiento; c) medios o requerimientos subjetivos: representantes que cuenten con los conocimientos necesarios par debatir los diversos temas, instituciones, principios y derechos que componen una Constitución, así como también con las consideraciones de tolerancia, respecto y libre plática o debates que aseguren el establecimiento de acuerdos en tema específicos basados en principios generales que definan a nuestro país en cuanto a sus objetivos, pues son los principios y la disposición a la discusión efectiva lo que debe generar un texto constitucional que represente la riqueza, la diversidad, la pluralidad y las necesidades de todo el pueblo de Chile en forma fidedigna, clara y representativa de nuestra realidad.

Al parecer contamos a priori con los primeros dos requerimientos y espero fervientemente que el tercer elemento se obtenga con la elección de representantes que, con firmeza y dedicación, sin renunciar a sus principios y su mandato, puedan practicar la tolerancia y la racionalidad en beneficios de todos los ciudadanos y habitantes chilenos.